Dios nace pobre
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Tener bienes materiales no es
malo, el problema está en que casi siempre estos nos atan; sólo los usamos a
nuestro beneficio y nos olvidamos que los demás también están necesitados.
Por:
Sem. Froylan Sosa Islas
Segundo de Filosofía
“Lo material no es lo esencial en nuestra vida, porque ser pobre es lo mejor que nos puede pasar; además, la pobreza no está peleada con la felicidad, sino al contrario, la complementa”
El nacimiento de Jesús en el
pesebre es pobre, no porque no pudiera hacerlo en el mejor de los palacios o
porque fue obligado a nacer ahí, sino todo lo contrario, Jesús mismo decide
nacer en un pesebre para enseñarnos lo que verdaderamente vale a los ojos de
Dios.
Ya que importante en esta vida no
es el hecho de ver cuánto puedes ganar y cuánto pueden juntar hablando de los
bienes materiales, sino cuánto puedes compartir y cuánto puedes amar.
Desde el inicio de la historia de
la humanidad siempre ha habido un problema, y este es la importancia del tener
y del poseer (hablando de bienes materiales), y es que el tener siempre nos da
una seguridad, ya que se cree que cuando se tiene mucho valemos más, (eres cuanto
tienes); además, cuando se posee una fortuna se suele pensar que nuestra vida
está resuelta y que ya somos felices.
Cabe agregar que en el trascurso
de la historia siempre se ha dicho esto; pareciera que la misma vida nos
impulsara a esta actitud de tener muchos bienes materiales.
Pero si de algo podemos estar
seguros es que no todos los acontecimientos apuntan a lo mismo y, en particular,
un pequeño suceso llevado a cabo hace más de dos mil años: el nacimiento de
Jesús en un pobre pesebre.
Este hecho de amor nos dice todo
lo contrario a lo que el mundo nos indica y nos afirma; lo material no es lo
esencial en nuestra vida, porque ser pobre es lo mejor que nos puede pasar;
además, se demuestra que la pobreza no está peleada con la felicidad, sino al
contrario, la complementa.
En el Antiguo Testamento, la
bendición de Dios va acompañada de bienes materiales principalmente, basta con
leer el libro de Job; pero en este pobre pesebre el Señor bendice de modo
diferente: no hay bienes materiales, sino sólo su Hijo, quien carece de
fortuna, pero que es la mayor bendición que podemos recibir. Con el hecho de no
tener nada, da una gran enseñanza, la cual nos muestra que si confiamos en el
Señor seremos más felices que si confiamos en lo pasajero.
Dios nos ama. Esta es una gran
realidad, ya que nos entrega a su Hijo y además nos lo entrega pobre; es
importante ver esta pobreza no como algo malo, sino como una oportunidad de
abandonarse en Dios.
Jesús pasa por esta vida haciendo
el bien desde su pobreza, ya que es en esta donde Él se sabe libre y
necesitado: libre de todo aquello que puede perturbar su corazón y a su misión
en este mundo; libre de todo aquello que lo aleja de la voluntad del Padre.
Un ejemplo de esto lo tenemos en
la tercera tentación del desierto (Mt
4,8-9). Pero también se sabe necesitado del Padre, y nos basta con leer el
Evangelio para ver cómo Jesús cada que podía se retiraba a orar al Padre, porque
su riqueza estaba en Él.
Al hablar del nacimiento en el
pesebre humilde de Nazaret, se puede hablar también del nacimiento de una nueva
esperanza, pero una puesta en Dios que está firme siempre, porque muchas veces
cuando se tienen diferentes bienes materiales se suele poner la esperanza en
ellos y entonces corremos el riesgo de hablar de un dios dinero, algo que a la
vista de Cristo no es aceptable.
Tener bienes materiales no es
malo, el problema está en que casi siempre estos nos atan; y, en consecuencia,
sólo los usamos a nuestro beneficio y nos olvidamos que los demás también están
necesitados.
Dios nace pobre para demostrar que
se puede ser feliz en la pobreza, Dios nace pobre para demostrarnos que Él se
manifiesta en los pobres.
Dios nace pobre porque quiere que
seamos ricos, pero no de bienes materiales, sino espirituales; Dios nace pobre
para poder estar entre nosotros y que nosotros también podamos estar con Él;
pero sobre todo, Dios nace pobre porque nos ama.
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