Técnicas pedagógicas para la catequesis
Por: Dra. Lourdes Lavaniegos
lourdes.lavaniegos@lasallep.edu.mx
· Por la manera en que se les enseñe a los niños, ellos podrán vivir un estilo de vida cristiano y entenderán que la fe no se guarda en un cajón junto al Rosario y al traje blanco de la primera Comunión, sino que baña de amor y justicia todos los actos de la vida.
Francisco
mantiene esta esperanza y nos va mostrando la necesidad de renovar el método de
la catequesis porque: «…es urgente recuperar el carácter luminoso
propio de la fe» (Lumen Fidei
4); ya que «nuestra cultura ha
perdido la percepción de esta presencia concreta de Dios… y pensamos que Dios
sólo se encuentra más allá, en otro nivel de realidad…»
(17).
Nos
invade una duda: ¿qué debemos hacer? El mismo Papa nos da la clave: «Saboreando
el amor con el que Dios lo ha elegido y lo ha engendrado como pueblo, Israel
llega a comprender la unidad del designio divino…»
(28).
La
respuesta está entonces en permitir que nuestros niños y jóvenes “saboreen el
amor” para que puedan descubrir lo que Dios es y espera de ellos; esto debe
constituir el cimiento de la catequesis. Ya no vale entonces exponer como
primer motivo el miedo al fuego eterno, sino develar el amor tal como lo
predicó y lo vivió el Señor Jesús.
Hablar
de técnicas pedagógicas significa lograr que el aprendiz incorpore en su mente,
corazón y forma de actuar lo que queremos enseñarle; y para el caso de la
catequesis, esto supone que por la manera en que les instruyamos ellos puedan
vivir un estilo de vida cristiano y entiendan que la fe no se guarda en un
cajón junto al Rosario y al traje blanco de la primera Comunión, sino que baña de
amor y justicia todos los actos de la vida.
Si
la catequesis incluyera juegos divertidos, los niños seguirían jugando en casa con
sus hermanos y en la escuela con sus compañeros, se harían entonces discípulos
de la palabra de manera natural.
Si
la catequesis les permitiera ver, escuchar y moverse, insertarían lo aprendido
no sólo en su mente, sino en cada célula de su cuerpo, y gritarían a los cuatro
vientos la alegría de ser cristianos.
Si
la catequesis develara la paz que procede de la oración fecunda y la plenitud
que se encuentra al servir a otros, los niños procurarían una vida de oración y
servicio como la de Jesús de Nazareth.
Si
te interesa hacer esto te propongo lo siguiente:
1.
No confundas dignidad con seriedad. Puede existir dignidad aunque juguemos y
nos ríamos, mientras que la seriedad es impropia de la esencia de los niños. Si
se sienten cómodos aprenderán con mayor facilidad.
2.
Deja el protagonismo. Los niños están muy cerca de Dios, deja entonces que manifiesten
lo que piensan y sienten. Recuerda que tú estás ahí para transparentar al Señor
y no para creerte un dios.
3.
Antes de enseñarles las fórmulas de oración, enséñales a hablarle a Dios y a
escuchar en el silencio sus respuestas. Podrán olvidarse de la “Salve”, pero no
del encuentro con Jesús en su interior.
4.
Permite que hagan las cosas por sí mismos y por los demás. Así descubrirán la
dignidad que tienen como personas y comprenderán lo que significa ser hijos de
Dios.
5.
Sé creativo e inventa juegos para que aprendan mediante sus ojos, oídos y el
movimiento de sus cuerpos.
A
continuación te propongo algunos ejemplos que han ido construyendo catequistas
de nuestra región; seguro que tú puedes crear muchos otros más:
·
Pintar un avión en
el piso y saltarlo repitiendo los mandamientos.
·
Representar los
sacramentos con alguna posición corporal.
·
Hacer juegos de
manos entre parejas, repitiendo el Padre Nuestro.
·
Pintar con el dedo la
señal de la cruz en la cabeza y la espalda de un compañero.
·
Inventar señas para
las palabras del Credo y hacer que mediante ellas se repita su fórmula en
silencio.
·
Jugar “Stop”
cambiando “declaro la guerra…” por: “Declaro el amor…”.
·
Saltar la cuerda diciendo
los Mandamientos de la Iglesia.
Tiempos
nuevos requieren catequistas renovados. Sin miedo, confiados en que Dios abrirá
nuestros labios, nuestra inteligencia y nuestro corazón.
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