sábado, 23 de enero de 2016

Catequesis


Técnicas pedagógicas para la catequesis


Por: Dra. Lourdes Lavaniegos
        lourdes.lavaniegos@lasallep.edu.mx

·      Por la manera en que se les enseñe a los niños, ellos podrán vivir un estilo de vida cristiano y entenderán que la fe no se guarda en un cajón junto al Rosario y al traje blanco de la primera Comunión, sino que baña de amor y justicia todos los actos de la vida.


 “Ya no vale entonces exponer como primer motivo el miedo al fuego eterno, sino develar el amor tal como lo predicó y lo vivió el Señor Jesús”

¿Dónde están todos aquellos niños asiduos a la catequesis que hoy ya no van a Misa? ¿Qué nos faltó hacer por ellos? Preguntas que duelen. Necesitamos seguir creyendo en la promesa que nos hizo el Señor, que estaría con nosotros hasta el fin de los tiempos.

Francisco mantiene esta esperanza y nos va mostrando la necesidad de renovar el método de la catequesis porque: «…es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe» (Lumen Fidei 4); ya que «nuestra cultura ha perdido la percepción de esta presencia concreta de Dios… y pensamos que Dios sólo se encuentra más allá, en otro nivel de realidad…» (17).

Nos invade una duda: ¿qué debemos hacer? El mismo Papa nos da la clave: «Saboreando el amor con el que Dios lo ha elegido y lo ha engendrado como pueblo, Israel llega a comprender la unidad del designio divino…» (28).

La respuesta está entonces en permitir que nuestros niños y jóvenes “saboreen el amor” para que puedan descubrir lo que Dios es y espera de ellos; esto debe constituir el cimiento de la catequesis. Ya no vale entonces exponer como primer motivo el miedo al fuego eterno, sino develar el amor tal como lo predicó y lo vivió el Señor Jesús.

Hablar de técnicas pedagógicas significa lograr que el aprendiz incorpore en su mente, corazón y forma de actuar lo que queremos enseñarle; y para el caso de la catequesis, esto supone que por la manera en que les instruyamos ellos puedan vivir un estilo de vida cristiano y entiendan que la fe no se guarda en un cajón junto al Rosario y al traje blanco de la primera Comunión, sino que baña de amor y justicia todos los actos de la vida.

Si la catequesis incluyera juegos divertidos, los niños seguirían jugando en casa con sus hermanos y en la escuela con sus compañeros, se harían entonces discípulos de la palabra de manera natural.

Si la catequesis les permitiera ver, escuchar y moverse, insertarían lo aprendido no sólo en su mente, sino en cada célula de su cuerpo, y gritarían a los cuatro vientos la alegría de ser cristianos.

Si la catequesis develara la paz que procede de la oración fecunda y la plenitud que se encuentra al servir a otros, los niños procurarían una vida de oración y servicio como la de Jesús de Nazareth.

Si te interesa hacer esto te propongo lo siguiente:

1. No confundas dignidad con seriedad. Puede existir dignidad aunque juguemos y nos ríamos, mientras que la seriedad es impropia de la esencia de los niños. Si se sienten cómodos aprenderán con mayor facilidad.

2. Deja el protagonismo. Los niños están muy cerca de Dios, deja entonces que manifiesten lo que piensan y sienten. Recuerda que tú estás ahí para transparentar al Señor y no para creerte un dios.

3. Antes de enseñarles las fórmulas de oración, enséñales a hablarle a Dios y a escuchar en el silencio sus respuestas. Podrán olvidarse de la “Salve”, pero no del encuentro con Jesús en su interior.

4. Permite que hagan las cosas por sí mismos y por los demás. Así descubrirán la dignidad que tienen como personas y comprenderán lo que significa ser hijos de Dios.

5. Sé creativo e inventa juegos para que aprendan mediante sus ojos, oídos y el movimiento de sus cuerpos.

A continuación te propongo algunos ejemplos que han ido construyendo catequistas de nuestra región; seguro que tú puedes crear muchos otros más:

·      Pintar un avión en el piso y saltarlo repitiendo los mandamientos.
·      Representar los sacramentos con alguna posición corporal.
·      Hacer juegos de manos entre parejas, repitiendo el Padre Nuestro.
·      Pintar con el dedo la señal de la cruz en la cabeza y la espalda de un compañero.
·      Inventar señas para las palabras del Credo y hacer que mediante ellas se repita su fórmula en silencio.
·      Jugar “Stop” cambiando “declaro la guerra…” por: “Declaro el amor…”.
·      Saltar la cuerda diciendo los Mandamientos de la Iglesia.

Tiempos nuevos requieren catequistas renovados. Sin miedo, confiados en que Dios abrirá nuestros labios, nuestra inteligencia y nuestro corazón.






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