¿Iglesia inclusiva? ¿Acaso no lo es?
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La evangelización debe adquirir
un rostro concreto y, en este caso, corresponde a las Personas con
Discapacidad.
Por: Sem. Edwin García Alvarado
Tercero de
Filosofía
“Desde sus inicios, por mandato de su fundador, la Iglesia fue, es y será inclusiva por naturaleza”
En el siglo XVI, la cruz del cristianismo fue clavada en América, y con este evento el mensaje
reconciliador del Evangelio llegó por primera vez a nuestras tierras.
Un acontecimiento de esta magnitud e importancia, ciertamente no
puede pasar desapercibido. La Iglesia de Jesucristo trajo el Evangelio a este
nuevo mundo respondiendo al contexto cultural y social de la sociedad
americana, para continuar expandiendo el mensaje de Jesús de Nazaret a todas
las criaturas.
Pero cuando expresamos “a todas” nos referimos que desde sus inicios,
por mandato de su fundador, la Iglesia fue, es y será inclusiva por naturaleza.
De este modo, a lo largo de la historia del cristianismo, podemos
palpar que la Iglesia siempre busca ir al encuentro de todo hombre para
anunciar a Cristo, el Salvador del mundo.
La preocupación siempre ha sido ir respondiendo al contexto histórico,
con el fin de llegar a todas las criaturas, buscando los mejores métodos de la
época para que sea efectivo y claro el mensaje de salvación.
En este siglo XXI, que se ve caracterizado por un cambio de época, la
Iglesia debe ir respondiendo a este gran movimiento postmoderno en medio de
todas las dificultades que se viven como efecto de este cambio.
El mensaje de Dios es inmutable, pero los modos de presentarlo van
cambiando con el propósito de hacer más vivencial este anuncio de la salvación
dado por Jesucristo.
Por tal motivo, respondiendo a la llamada del Señor, a ser misioneros
y pregoneros de su palabra, nos encontramos en esa búsqueda de métodos eficaces
con el fin de evangelizar a todos, de modo preferencial a los pobres de Dios,
pues ellos son los bienaventurados.
Inclusión
Por esta razón, la revista
Pescador, preocupada por incluir a nuestros hermanos con Discapacidad,
inaugura la sección “Iglesia Inclusiva”, para ofrecer elementos básicos en este
tema.
La evangelización debe adquirir un rostro concreto y, en este caso,
corresponde a las Personas con Discapacidad; por eso, nuestra Iglesia ha ido
buscando los mejores “pastos” para esta parte del rebaño del Señor.
Desde esta perspectiva, debemos seguir luchando para que la Iglesia
no sólo sea inclusiva por naturaleza, y para que no sólo sea de derecho, sino
de hecho; es decir, que como dice el Documento de Aparecida: «Sea nueva en su ardor, en sus métodos y en sus
expresiones».
Los tiempos cambian y los retos y desafíos para el anuncio del
Evangelio son distintos. La Nueva Evangelización, a la cual estamos convocados,
exige de nosotros una aproximación creativa y resuelta, siempre fiel a la
esencia de nuestra fe.
En vista a ello, debemos estar abiertos a la asimilación de aquellos
medios y métodos que contribuyan a las necesidades apostólicas, haciendo más
asequible la presentación de la fe a los hombres y mujeres de hoy.
No se trata de asumir lo nuevo por lo que tenga de novedad, tampoco
de permanecer aferrados en lo convencional, solamente por tratarse de lo
acostumbrado. Buscamos asumir e incorporar al anuncio de la Buena Nueva a todo
aquello que contribuya a la misión apostólica, siempre a la luz del Plan de
Dios y de los valores permanentes del Evangelio.
Esto es apostar siempre por la inclusión de todos, no porque la
Iglesia no busque su inclusión, sino que indague los caminos más adecuados para
mostrarse como verdadera madre y maestra.
Por lo tanto, debemos ser cristianos abiertos a los nuevos métodos
que favorezcan el encuentro con Cristo, y no quedarnos ensimismados en la
catequesis tradicional o en el caso de nuestros hermanos con Discapacidad,
movidos por un sentimiento de lástima que impide el dinamismo en el proceso de
conversión.
Debe ser nueva en su expresión porque la fe es vida. De ahí que en
cada cultura y época de la historia, la vivencia del único Evangelio del Señor
Jesús se concretice de manera propia, de tal modo que la vivencia del Evangelio
no se agote en una experiencia cultural o en un espacio temporal determinado.
La grandeza y universalidad de su mensaje están por encima de las
distintas épocas o culturas. La tarea de la nueva evangelización exige de
nosotros un testimonio vivo de nuestra fe, adecuada a las necesidades y
vicisitudes del hombre moderno.
En efecto, la Iglesia siempre se pone en marcha hacia el encuentro
del hermano pobre y necesitado, del hermano con Discapacidad que grita el amor
de Dios en su silencio.
Es importante puntualizar que la Iglesia siempre ha buscado la
inclusión, porque su mensaje es universal, pero cuando nos referimos a indagar
que la Iglesia lo sea significa que debemos buscar la metodología apropiada
para lograr la participación de nuestros hermanos con Discapacidad.
¡Hermano sacerdote, hermano catequista: no tengas miedo de
evangelizar diferente! ¡No tengas miedo de entrar en el mundo de la Discapacidad,
donde Cristo está presente! ¡Luchemos juntos para que el Evangelio de
Jesucristo llegue a todos!
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