La familia como expresión del amor
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El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) la define como
“iglesia doméstica”, de esta manera se vuelve centro de toda la vida porque en
ella inicia, crece y se alimenta para formar a la sociedad.
Por:
Sem. Joel Rivera Carmona
Tercero de Teología
“El amor en la familia debe estar siempre cimentado entre los esposos y los hijos, que les exige un amor que perdone y redime para testimoniar a Cristo presente en su Iglesia”
Dios ha creado al
hombre a su imagen y semejanza, llamándolo a la existencia por amor, donde el
amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano; el amor abarca
también al cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual.
Por ello, la
familia esta llamada al amor, que la compromete totalmente entre sí; el único
lugar que hace posible esta donación total es el matrimonio, donde el hombre y
la mujer se aceptan mutuamente y viven en comunidad de vida y amor, querida por
Dios mismo y sólo bajo esta luz se encuentra su verdadero significado.
Esta fidelidad,
lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo
y relativismo, y la hace partícipe de la sabiduría creadora.
Por ello, la
comunión de amor entre Dios y los hombres es el contenido fundamental de la revelación
y de la experiencia de fe de Israel, que encuentra su significado en la alianza
esponsal entre el hombre y la mujer, donde ambos se declaran su amor conyugal,
que es el origen de toda familia, siendo así que la fidelidad debe ser el
cimiento donde se construya la familia.
El amor en la
familia debe estar siempre cimentado entre los esposos y los hijos, que les
exige un amor que perdone y redime para testimoniar a Cristo presente en su
Iglesia, que exige de los esposos la indisolubilidad y fidelidad de la donación
recíproca definitiva que se abre a la fecundidad reflejada en los hijos, siendo,
según el designio de Dios, el matrimonio como fundamento de la comunidad más amplia
que es la familia, ordenado a la procreación y educación.
Por el amor, los
esposos se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva
persona que son los hijos, reflejo viviente de su amor; por ello, la familia es
el fundamento de la Iglesia.
El Catecismo de la
Iglesia Católica (CIC) la define como “iglesia doméstica”, de esta manera la
familia se vuelve centro de toda la vida porque en ella inicia, crece y se
alimenta para formar a la sociedad y a la Iglesia.
Por eso es
necesario rescatar su significado y saber cuál es su fundamento para fortalecer
esta institución que se consolida en el amor, que se expresa en la comunión con
Dios y sus miembros y que da sentido y significado pleno a la vida de cada
persona, por la cual estamos llamados a retomar y defender su valor.
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