Jóvenes, sean signos de esperanza
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Sean aliento para la Iglesia, que también sufre por la
indiferencia de muchos; sean ese motor que la impulse a llevar el mensaje de
salvación que nuestro Señor nos dejó.
Por:
Ángel del Jesús Díaz Sauza
Tercero
de Teología
“Ustedes, como miembros de la Iglesia, sean portadores de la salvación en la esperanza”
Resulta
interesante observar cómo el hombre contemporáneo es arrastrado por la cultura
de las imágenes y de los signos; pareciera que las palabras o letras pierden
razón de ser.
Esto
para los hombres de fe es un reto, pues en medio de esta diversidad debemos
revalorar a Cristo. Con tantas distorsiones enfrentamos el desafío de purificar
el significado de la presencia de Jesús entre nosotros, ese Cristo a cuya
imagen y semejanza hemos sido creados, pues en la medida en que logremos esta purificación
podremos renovar nuestra propia identidad.
En
la lógica de Jesús, Él quiso valerse de realidades materiales para comunicarse
con nosotros; Él sabía que los hombres adquirimos nuestro conocimiento a partir
de las realidades visibles. Por ello nos dejó los sacramentos, como medios que transmiten
la gracia para alcanzar la salvación.
En
esta misma lógica se ubica la Iglesia, ella es en sí misma, sacramento, es el signo
del Cuerpo de Cristo, del pueblo de Dios. A través de ella reconocemos la presencia
del Señor en medio de nosotros.
Por
ello, es importante estar atentos para llevar a cabo nuestro compromiso de
asumir conductas que reflejen a Cristo mismo. Pues en buena medida, de ello
depende la credibilidad de la Iglesia como medio para comunicar a Jesús.
Esta
tarea cada vez es más urgente, particularmente en la sociedad actual, que
espera de nosotros un testimonio claro y firme. De lo contrario corremos el
riesgo de ser sólo signos vacíos que no comunican ninguna buena nueva a los
hombres… un Evangelio sin sentido.
En
esta misión tenemos un signo clave para asumir, uno por el cual Dios se hace
visible y se da a conocer: me refiero al misterio de la Encarnación. En este,
el Señor se vale de la humanidad para que su Hijo nos revele que Dios es amor,
que es Padre. Es Cristo quien nos recuerda que es Emmanuel, el Dios con
nosotros, por nosotros y para nosotros.
Jóvenes
Ahora
bien, ¿cuál es la relación de todo esto con ustedes jóvenes? Ustedes, más que
nadie, se dan cuenta que todo es movido por signos e imágenes, y no hay que ir muy
lejos, sólo vean las redes sociales que utilizan. Por eso me gustaría
invitarlos a la siguiente reflexión. Que hermoso sería que ustedes descubran
que sus vidas son signos, que ustedes mismos están llamados a ser sacramentos.
Pero
signos de qué o sacramentos de qué… de la esperanza. Hay que ser signos de
esperanza, pues son muchos quienes la necesitan, dentro y fuera de la Iglesia. Benedicto
XVI, en su encíclica Spe Salvi, dice:
«Quien tiene esperanza vive de otra manera, se le ha dado una
vida nueva».
Por
eso, con su modo de vivir, con lo que ustedes reflejan a través de su vida, atrévanse
a ser esos signos que den aliento a quienes viven sin esperanza. Sean aliento
para la Iglesia que sufre por la indiferencia de muchos; sean ese motor que la impulse
a llevar el mensaje de salvación que nuestro Señor nos dejó.
En
el signo de la Encarnación, Dios da a los hombres un aliento de esperanza. Ustedes
jóvenes están invitados a mantener vivo ese misterio, para que con sus
energías, potencialidades y sueños sean la esperanza de la Iglesia y de todos
los hombres.
No
tengan miedo de encarnarse en toda realidad para ser buena noticia. Es en la
esperanza donde debemos transmitir el mensaje de la salvación; atrevánse a
llevar a cabo esta tarea llenos de alegría, movidos por la fe y la esperanza en
el amor.
Ustedes
jóvenes tienen el desafío de ser signos vivos, sacramentos eficaces de la
gracia de Dios en estos tiempos. Deben sobresalir y brillar más que todos los
signos vacíos y huecos de los cuales estamos rodeados y más aún de aquellos
antisignos que tratan de opacar la luz de la verdad.
Hagan
un esfuerzo por reflejar y prolongar el signo de la Encarnación; ustedes, como
miembros de la Iglesia, sean portadores de la salvación en la esperanza. Es por
esa razón que ustedes son, en nuestros tiempos, la esperanza.
“Con tantas distorsiones enfrentamos el
desafío de purificar el significado de la presencia de Jesús entre nosotros,
ese Cristo a cuya imagen y semejanza hemos sido creados”
“Es importante estar atentos para
llevar a cabo nuestro compromiso de asumir conductas que reflejen a Cristo
mismo”
“Es Cristo quien nos recuerda que es
Emmanuel, el Dios con nosotros, por nosotros y para nosotros”
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