sábado, 30 de enero de 2016

Movimientos 1

Movimiento de Cursillos de Cristiandad


Por: Julián Juan Hernández Vera
       Presidente arquidiocesano del MCC

·      El MCC se caracteriza por un espíritu gozoso de encuentro con la persona viva de Jesús, como salvador y amigo.




“María también ocupa un lugar especial en la vida de quien ha vivido un cursillo: es madre, intercesora y modelo de fidelidad a la voluntad de Dios”


Fundación
El Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC) tuvo su fuente de inspiración  en la pegrinación que se realiza a la catedral de Santiago de Compostela, en España.
Un grupo de jóvenes de la Acción Católica de la isla de Mallorca, participantes repetidas veces en esa peregrinación anual, decidieron hacer un “curso breve” o retiro previo a la caminata del año 1943, con el propósito de que fuera de más provecho espiritual y personal.
Al constatar los beneficios, se dieron cuenta de que tenía un valor en sí mismo como parte del “caminar diario en la vida”.  
Entonces, estos jóvenes, entre ellos: Eduardo Bonín, José Ferrugut y Juan Mir, entre otros, con algunos sacerdotes como José Dameto, Sebastián Gayá, Juan Capó y, más adelante, Mons. Juan Hervás, obispo de Mallorca, complementaron un esquema vivencial y testimonial de pláticas (“rollos”) que se impartieron en forma de un retiro o “curso de tres días”; así nació el formato básico de los “Cursillos de cristiandad”.

Características
El MCC se caracteriza por un espíritu gozoso de encuentro con la persona viva de Jesús, como salvador y amigo. Este descubrimiento y relación personal con Él constituye el espíritu profundo y esencial del movimiento,  y propicia una actitud de servicio hacia los hermanos.
Quien ha tomado un cursillo sabe que su intimidad con Cristo se mantiene viviendo en gracia y teniendo como alimento la Eucaristía. María también ocupa un lugar especial en la vida de quien ha vivido un cursillo: es madre, intercesora y modelo de fidelidad a la voluntad de Dios.
Cursillos, como movimiento de Iglesia, necesita la participación del sacerdote y también una continuidad de catequesis en quienes lo han tomado.
El mismo movimiento trata de llevar esta catequesis por medio de la escuela de maduración y de sus “reuniones de grupo”, -así como otras más grandes llamadas “Ultreyas”, ya sean diocesanas, regionales, nacionales y mundiales.

Finalidad
Desde el principio, el movimiento ha entendido que su misión es dar testimonio de vivencia del espíritu cristiano en sus ambientes: familiar, laboral y amistades, así como en los demás propios de la comunidad.
En este sentido, su participación dentro de la gama de servicios y ministerios que contiene el “Plan pastoral” de una parroquia, el movimiento de cursillos se ubica específicamente como un apoyo al ministerio de evangelización.
Tratándose de un “movimiento de Iglesia”, y no sólo de seglares, requiere esencialmente de la orientación y acompañamiento de los sacerdotes y especialmente del párroco de cada lugar.
El asesor eclesiástico es la garantía de la unión jerárquica bajo el pastor auténtico, que es el obispo en cada diócesis.

Desarrollo del movimiento
Después de su fundación en los años cuarentas, el MCC, por su eficacia como instrumento de evangelización, se ha extendido por Europa: España, Francia, Austria y Alemania; EEUU: Texas y California; y América Latina: Venezuela, Perú y Colombia, por citar algunos ejemplos.
El papa Paulo VI, el 14 de diciembre de 1963, en el decreto pontificio Viget salubriter, declaró a San Pablo como patrono de los Cursillos de Cristiandad.
El movimiento llegó a la República Mexicana en 1960; actualmente, en la mayor parte de las diócesis y en algunas de ellas es uno de los principales instrumentos de evangelización y servicio.
En Tulancingo, el primer cursillo se celebró en Pachuca, del 16 al 19 de septiembre de 1961, en las instalaciones del Instituto Hidalguense de los Hermanos Maristas.
El equipo que impartió ese cursillo provenía de Querétaro. Hasta la fecha, en nuestra arquidiócesis se han celebrado 119 cursillos para mujeres y 113 para hombres.
Cuenta el movimiento con los siguientes centros: Pachuca, Tulancingo, Huauchinango, Xicotepec, Real del Monte, Apan  y  San Agustín Tlaxiaca (en otras parroquias no ha podido tener continuidad).

Nota final
Cursillos, por ser un “movimiento”, no tiene organización formal de quienes lo han vivido. Sólo cuenta con un secretariado arquidiocesano y una escuela en cada centro, desde donde se promueve la celebración de cursillos y de ultreyas.
Quien ha vivido un cursillo puede realizar su apostolado libremente en cualquier otra organización parroquial de piedad o de servicio. Por eso, el movimiento trabaja con alegría, ofreciendo su grano de arena en la inmensa labor de la Iglesia, sabiendo que cada cristiano tiene la misma triple misión: profética, sacerdotal y de servicio.

Asimismo, el movimiento tiene puesta la esperanza en la ayuda y acción del Espíritu Santo y en la protección maternal de María, medianera de todas las gracias.

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