Movimiento de Cursillos de Cristiandad
Por:
Julián
Juan Hernández Vera
Presidente arquidiocesano del MCC
·
El MCC se
caracteriza por un espíritu gozoso de encuentro con la persona viva de Jesús,
como salvador y amigo.
“María también ocupa un lugar especial en la vida de quien ha vivido un cursillo: es madre, intercesora y modelo de fidelidad a la voluntad de Dios”
Fundación
El Movimiento de Cursillos de Cristiandad
(MCC) tuvo su fuente de inspiración en
la pegrinación que se realiza a la catedral de Santiago de Compostela, en
España.
Un grupo de jóvenes de la Acción
Católica de la isla de Mallorca, participantes repetidas veces en esa
peregrinación anual, decidieron hacer un “curso breve” o retiro previo a la
caminata del año 1943, con el propósito de que fuera de más provecho espiritual
y personal.
Al constatar los beneficios, se dieron
cuenta de que tenía un valor en sí mismo como parte del “caminar diario en la
vida”.
Entonces, estos jóvenes, entre ellos:
Eduardo Bonín, José Ferrugut y Juan Mir, entre otros, con algunos sacerdotes
como José Dameto, Sebastián Gayá, Juan Capó y, más adelante, Mons. Juan Hervás,
obispo de Mallorca, complementaron un esquema vivencial y testimonial de
pláticas (“rollos”) que se impartieron en forma de un retiro o “curso de tres
días”; así nació el formato básico de los “Cursillos de cristiandad”.
Características
El MCC se caracteriza por un espíritu
gozoso de encuentro con la persona viva de Jesús, como salvador y amigo. Este
descubrimiento y relación personal con Él constituye el espíritu profundo y
esencial del movimiento, y propicia una
actitud de servicio hacia los hermanos.
Quien ha tomado un cursillo sabe que su
intimidad con Cristo se mantiene viviendo en gracia y teniendo como alimento la
Eucaristía. María también ocupa un lugar especial en la vida de quien ha vivido
un cursillo: es madre, intercesora y modelo de fidelidad a la voluntad de Dios.
Cursillos, como movimiento de Iglesia,
necesita la participación del sacerdote y también una continuidad de catequesis
en quienes lo han tomado.
El mismo movimiento trata de llevar esta
catequesis por medio de la escuela de maduración y de sus “reuniones de grupo”,
-así como otras más grandes llamadas “Ultreyas”, ya sean diocesanas,
regionales, nacionales y mundiales.
Finalidad
Desde el principio, el movimiento ha entendido
que su misión es dar testimonio de vivencia del espíritu cristiano en sus
ambientes: familiar, laboral y amistades, así como en los demás propios de la comunidad.
En este sentido, su participación dentro
de la gama de servicios y ministerios que contiene el “Plan pastoral” de una
parroquia, el movimiento de cursillos se ubica específicamente como un apoyo al
ministerio de evangelización.
Tratándose de un “movimiento de
Iglesia”, y no sólo de seglares, requiere esencialmente de la orientación y
acompañamiento de los sacerdotes y especialmente del párroco de cada lugar.
El asesor eclesiástico es la garantía de
la unión jerárquica bajo el pastor auténtico, que es el obispo en cada diócesis.
Desarrollo
del movimiento
Después de su fundación en los años
cuarentas, el MCC, por su eficacia como instrumento de evangelización, se ha
extendido por Europa: España, Francia, Austria y Alemania; EEUU: Texas y California;
y América Latina: Venezuela, Perú y Colombia, por citar algunos ejemplos.
El papa Paulo VI, el 14 de diciembre de
1963, en el decreto pontificio Viget salubriter, declaró a San Pablo como
patrono de los Cursillos de Cristiandad.
El movimiento llegó a la República
Mexicana en 1960; actualmente, en la mayor parte de las diócesis y en algunas
de ellas es uno de los principales instrumentos de evangelización y servicio.
En Tulancingo, el primer cursillo se
celebró en Pachuca, del 16 al 19 de septiembre de 1961, en las instalaciones
del Instituto Hidalguense de los Hermanos Maristas.
El equipo que impartió ese cursillo
provenía de Querétaro. Hasta la fecha, en nuestra arquidiócesis se han
celebrado 119 cursillos para mujeres y 113 para hombres.
Cuenta el movimiento con los siguientes
centros: Pachuca, Tulancingo, Huauchinango,
Xicotepec, Real del Monte, Apan y San Agustín Tlaxiaca (en otras parroquias no
ha podido tener continuidad).
Nota
final
Cursillos, por ser un “movimiento”, no
tiene organización formal de quienes lo han vivido. Sólo cuenta con un secretariado
arquidiocesano y una escuela en cada centro, desde donde se promueve la
celebración de cursillos y de ultreyas.
Quien ha vivido un cursillo puede
realizar su apostolado libremente en cualquier otra organización parroquial de
piedad o de servicio. Por eso, el movimiento trabaja con alegría, ofreciendo su
grano de arena en la inmensa labor de la Iglesia, sabiendo que cada cristiano
tiene la misma triple misión: profética, sacerdotal y de servicio.
Asimismo, el movimiento tiene puesta la
esperanza en la ayuda y acción del Espíritu Santo y en la protección maternal
de María, medianera de todas las gracias.
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