La cultura Otomí
· Su presencia en la diócesis es una realidad que se refleja en ciertas parroquias como San Bartolo Tutotepec, Tenango de Doria y San Pablito.
Por: Sem. Miguel Hernández Montañes/Sem. Miguel
Ibarra Sánchez
Segundo de Filosofía
“Es un gran orgullo para la diócesis contar con la presencia de cada una de estos hermanos nuestros, que día con día viven en la alegría y la esperanza de conservar sus raíces”
Los otomíes fueron los primeros pobladores del valle de
Tula, se asentaron previo a la llegada de los toltecas y tuvieron por un tiempo
el dominio de dicha zona. Siglos más tarde, con influencia y la llegada de los
españoles a las tierras mesoamericanas, donde algunos ya habían creado nuevos
asentamientos, se vieron influenciados en muchos aspectos de su vida cotidiana
y otros más se vieron obligados a dejar sus tierras y emigrar hacia otras
partes, como al actual Estado de México, Querétaro y Puebla.
Sin duda que, cuando la historia se ve con ojos de fe, todo
contribuye para el bien de los hombres. Pues todos aquellos acontecimientos que
orillaron a la migración de los primeros sedentarios otomíes, han hecho que
actualmente nuestro territorio diocesano se enriquezca con la presencia de ellos,
gracias a la lengua, creencias, costumbres, tradiciones, arte y toda su cultura
en general.
Toda esta diversidad es signo de la común unión por medio de
un solo Bautismo que sobrepasa cualquier límite y/o división de la lengua o de
las costumbres.
Presencia en
la diócesis
La presencia de los hermanos otomíes en la diócesis es una
realidad que se refleja en ciertas parroquias como San Bartolo Tutotepec,
Tenango de Doria y San Pablito. Podemos decir que su forma de vida y lo que
engloba toda su cultura es un fenómeno que imposiblemente pasa desapercibido.
Se manifiesta en sus costumbres y tradiciones que sobreviven
pese a los cambios del espacio y tiempo de nuestro mundo posmoderno. Es un gran
orgullo para la diócesis contar con la presencia de cada una de estos hermanos
nuestros (desde los más chicos hasta los más grandes) que día con día viven en
la alegría y la esperanza de conservar sus raíces.
Tradiciones
De las tradiciones más arraigadas para la cultura otomí
están los carnavales, los ritos para mejorar la cosecha y las danzas, de entre
las que destacan: “Santiago”, “Negrita”, “Mora” y “Matachines”.
La “Acatlaxquis” es una de las que se encuentran en las
raíces otomíes, por lo que se le considera de las más significativas para esta
cultura. Es ejecutada por hombres que llevan largos carrizos y cañas en forma
de flautas, y normalmente se baila en la celebración a los santos patronos de
las poblaciones.
El Día de Muertos representa una de sus tradiciones más
arraigadas. Esta vivencia tiene su fundamento en creer que los familiares
difuntos llegan año con año a visitar a su familia y convivir con ellos
nuevamente; de ahí que se les ofrenden alimentos y bebidas típicas de la
región.
Esto es en razón de que también conciben la muerte, no como
un fin, sino que tienen fe en la vida futura. Las familias otomíes preparan una
ofrenda en la que se coloca diversidad de comida como: fruta, mole, jaleas,
tamales y, en muchos de los casos, también bebidas alcohólicas u otras que eran
de su agrado.
El altar es adornado con flor de cempasúchil, mientras que
sus pétalos son utlizados para formar un camino que los difuntos recorren desde
la puerta de la casa hasta la mesa donde la ofrenda se ha preparado.
Lengua
La lengua otomí o hña hñu es esencialmente lo que constituye
gran parte de su identidad cultural, motivo de orgullo para todos y cada una de
estas personas. Hay que destacar que todos, desde los niños hasta los adultos
mayores, se comunican en su dialecto materno, gracias a esto se ha mantenido la
transmisión de las enseñanzas, mitos, tradiciones y raíces en general.
Vestimenta
Su vestimenta es muy particular: las mujeres usan blusa de
manta color blanco, con un escote bordado alrededor de la pechera. Usan una
faja bordada con una combinación de figuras repetitivas.
Los hombres, camisas hechas de manta color blanco con un
bordado tanto en el cuello como en las mangas, y un pantalón de manta ajustado
con una especie de cinta; también, un sombrero tejido de palma y huaraches de
correas. En el caso de los jóvenes, se nota un cambio gradual en cuanto a la
vestimenta, porque han ido optando por vestir con ropa más casual.
Carnavales
Los carnavales son una profunda manifestación de su alegría
y de su sentido de fiesta, y de agradecimiento con Dios por la vida y por los
bienes recibidos a lo largo del año. Se realizan en fechas muy significativas,
con fiestas que manifiestan la comunión entre los hombres y el Señor.
La cultura Otomí representa una gran riqueza para nuestra Diócesis
de Tulancingo, pero sobre todo es un ejemplo de fe, amor a Dios y esperanza, la
cual tiene su fundamento en el esfuerzo cotidiano por la conservación de sus
raíces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario