sábado, 23 de enero de 2016

Indígenas

La cultura Otomí


·      Su presencia en la diócesis es una realidad que se refleja en ciertas parroquias como San Bartolo Tutotepec, Tenango de Doria y San Pablito.



Por: Sem. Miguel Hernández Montañes/Sem. Miguel Ibarra Sánchez
        Segundo de Filosofía

“Es un gran orgullo para la diócesis contar con la presencia de cada una de estos hermanos nuestros, que día con día viven en la alegría y la esperanza de conservar sus raíces”


Los otomíes fueron los primeros pobladores del valle de Tula, se asentaron previo a la llegada de los toltecas y tuvieron por un tiempo el dominio de dicha zona. Siglos más tarde, con influencia y la llegada de los españoles a las tierras mesoamericanas, donde algunos ya habían creado nuevos asentamientos, se vieron influenciados en muchos aspectos de su vida cotidiana y otros más se vieron obligados a dejar sus tierras y emigrar hacia otras partes, como al actual Estado de México, Querétaro y Puebla.

Sin duda que, cuando la historia se ve con ojos de fe, todo contribuye para el bien de los hombres. Pues todos aquellos acontecimientos que orillaron a la migración de los primeros sedentarios otomíes, han hecho que actualmente nuestro territorio diocesano se enriquezca con la presencia de ellos, gracias a la lengua, creencias, costumbres, tradiciones, arte y toda su cultura en general.

Toda esta diversidad es signo de la común unión por medio de un solo Bautismo que sobrepasa cualquier límite y/o división de la lengua o de las costumbres.

Presencia en la diócesis

La presencia de los hermanos otomíes en la diócesis es una realidad que se refleja en ciertas parroquias como San Bartolo Tutotepec, Tenango de Doria y San Pablito. Podemos decir que su forma de vida y lo que engloba toda su cultura es un fenómeno que imposiblemente pasa desapercibido.

Se manifiesta en sus costumbres y tradiciones que sobreviven pese a los cambios del espacio y tiempo de nuestro mundo posmoderno. Es un gran orgullo para la diócesis contar con la presencia de cada una de estos hermanos nuestros (desde los más chicos hasta los más grandes) que día con día viven en la alegría y la esperanza de conservar sus raíces.

Tradiciones

De las tradiciones más arraigadas para la cultura otomí están los carnavales, los ritos para mejorar la cosecha y las danzas, de entre las que destacan: “Santiago”, “Negrita”, “Mora” y “Matachines”.

La “Acatlaxquis” es una de las que se encuentran en las raíces otomíes, por lo que se le considera de las más significativas para esta cultura. Es ejecutada por hombres que llevan largos carrizos y cañas en forma de flautas, y normalmente se baila en la celebración a los santos patronos de las poblaciones.

El Día de Muertos representa una de sus tradiciones más arraigadas. Esta vivencia tiene su fundamento en creer que los familiares difuntos llegan año con año a visitar a su familia y convivir con ellos nuevamente; de ahí que se les ofrenden alimentos y bebidas típicas de la región.

Esto es en razón de que también conciben la muerte, no como un fin, sino que tienen fe en la vida futura. Las familias otomíes preparan una ofrenda en la que se coloca diversidad de comida como: fruta, mole, jaleas, tamales y, en muchos de los casos, también bebidas alcohólicas u otras que eran de su agrado.

El altar es adornado con flor de cempasúchil, mientras que sus pétalos son utlizados para formar un camino que los difuntos recorren desde la puerta de la casa hasta la mesa donde la ofrenda se ha preparado.

Lengua

La lengua otomí o hña hñu es esencialmente lo que constituye gran parte de su identidad cultural, motivo de orgullo para todos y cada una de estas personas. Hay que destacar que todos, desde los niños hasta los adultos mayores, se comunican en su dialecto materno, gracias a esto se ha mantenido la transmisión de las enseñanzas, mitos, tradiciones y raíces en general.

Vestimenta

Su vestimenta es muy particular: las mujeres usan blusa de manta color blanco, con un escote bordado alrededor de la pechera. Usan una faja bordada con una combinación de figuras repetitivas.

Los hombres, camisas hechas de manta color blanco con un bordado tanto en el cuello como en las mangas, y un pantalón de manta ajustado con una especie de cinta; también, un sombrero tejido de palma y huaraches de correas. En el caso de los jóvenes, se nota un cambio gradual en cuanto a la vestimenta, porque han ido optando por vestir con ropa más casual.

Carnavales

Los carnavales son una profunda manifestación de su alegría y de su sentido de fiesta, y de agradecimiento con Dios por la vida y por los bienes recibidos a lo largo del año. Se realizan en fechas muy significativas, con fiestas que manifiestan la comunión entre los hombres y el Señor.

La cultura Otomí representa una gran riqueza para nuestra Diócesis de Tulancingo, pero sobre todo es un ejemplo de fe, amor a Dios y esperanza, la cual tiene su fundamento en el esfuerzo cotidiano por la conservación de sus raíces.





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