La migración en la Teología
El objetivo
es lograr en conjunto la adecuada asistencia humana a través de distintos tipos
de defensores que apoyan a los migrantes.
Por: Diac. Alfredo Salinas Espinosa
Al finalizar la etapa de la formación inicial quise elaborar
un tema especial movido por una experiencia que cambió por completo mi vida.
Después de poco más de dos meses de conocimiento de campo y acercamientos a las
Ciencias Sagradas, me he atrevido a reflejar en un trabajo la realidad de la
migración desde la Teología, movido por el deseo de hacer algo por todos
aquellos que por distintas circunstancias, principalmente económicas, abandonan
su hogar.
Por tanto, mi proyecto consistió en investigar y mostrar la
presencia de Dios que desde siempre manifiesta su misericordia por medio de sus
agentes y personas de buena voluntad, sobre todo en las problemáticas
inherentes a la migración. Este caminar tiene cuatro capítulos.
El primero lleva por nombre “El migrante como persona”. Las
fuentes de este bloque son: “La moral de la persona”, “La Doctrina Social
cristiana” y “La Sociología”; así como reconocer su importancia, concepción, causas
y los tipos de migraciones.
El segundo capítulo se titula “La figura de Dios como migrante en la Sagrada Escritura y en los santos
padres”. Este apartado tiene tres grandes secciones. En primer lugar doy a
conocer una breve concepción bíblica de la migración, con la finalidad de
encontrar algunos elementos base para la reflexión. En segundo, he realizado
una reflexión dentro de la teología bíblica, en la que del Antiguo Testamento
he presentado un caminar partiendo de la gran actitud de acogida migrante por
parte de Abraham.
Posterior a esto, presento la consolidación de Israel que es
consciente de su historia y vive de acuerdo con las leyes de Dios. Finalmente doy
a conocer la situación de este pueblo que vivió de exilio en Babilonia. En
todos estos ejemplos se mira la mano potente y rodilla vacilante del Señor que
acompaña.
El Nuevo Testamento plenifica poniendo como centro la figura
de la Encarnación del Verbo como la máxima prueba de amor que Dios nos ha
tenido. Con esto, Cristo se presenta migrante, ya que lo vivió junto a su
familia. Este acontecimiento salvífico debe ser factor de sensibilización para
el hombre.
Ésta misma, partiendo de un modelo (Jesús), tiene que verse
reflejada de forma práctica en la ejecución de la caridad, que tiene dos polos
neotestamentarios de cause importante: el pasaje que nos habla del juicio final
y nuestra condición de no extranjeros delante de Dios. Con sus dichos y hechos,
el migrante divino nos enseña que nadie está lejos del amor del Señor.
El capítulo tercero reflexiona sobre “La migración como
problema” bajo la óptica de dos
fuentes: el Magisterio de la Iglesia y la opinión teológica. Es un apartado de
confrontación y muchas preguntas. Por medio de los documentos presento el papel
de la Iglesia ante el problema. El valor de los aportes que contienen documentos
como la Erga migrantes cáritas Cristi y el de
Aparecida reflejan el valor por apoyar a estos hermanos nuestros.
También, por medio de la opinión teológica (que es la parte
debatible), tiene como base la experiencia personal de sus exponentes, comparten
sus ideas de lo que la Iglesia puede hacer todavía por los migrantes.
Las palabras de Santo Tomás, Lussi y Groodoy nos llevan a
definir y concluir que es necesaria una evolución pastoral identificada y
planificada para no tan sólo brindar una asistencia humana a las necesidades
básicas del hombre, sino también una buena y adecuada evangelización.
Finamente, en el cuarto capítulo se mira al migrante desde
la pastoral y la liturgia; desde lo propositivo y operativo. En el plano litúrgico
expongo su presencia en la vida de la Iglesia, en las oraciones colectas,
universal y especialmente en la bendición; la finalidad de este apartado es
fomentar la cercanía de los pastores y su pueblo de manera que se conozcan que
Cristo se hace presente en los migrantes a través de signos litúrgicos.
Y, finalmente, en cuanto a la pastoral, el objetivo es
lograr en conjunto la adecuada asistencia humana a través de distintos tipos de
defensores integrados por agentes de la Iglesia y asociaciones civiles que
apoyan directa e indirectamente a los migrantes, y no sólo se trabaje por mero
altruismo o filantropía, sino se ejecute la vivencia de la caridad.
Esto implica no tan sólo un intenso trabajo humano, sino una
espiritualidad pastoral. Además, pretendo presentar posibles respuestas dando
con ellas propuestas. Por ejemplo, una posible casa del migrante en la arquidiócesis,
apoyo material por parte de la Provincia de Hidalgo a la casa “El Buen Samaritano”, ubicada en El Bojay, Hidalgo; y la necesaria
asesoría a los migrantes que pasen de camino por nuestra región a través de Global Worquers, institución americana que brinda asesoría jurídica en Estados Unidos a estas personas y que de
forma profesional custodia la defensa de los derechos laborales y humanos.
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