sábado, 14 de noviembre de 2015

Columna Biblia

Saboreando la Palabra de Dios



Por: Roberto López Medina
        Tercero de Teología

La amplia difusión de la Lectio Divina constituye un auténtico signo de esperanza para la Iglesia, ya que: «Es verdaderamente capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios, sino también de crear el encuentro con Cristo, palabra divina y viviente». «Así como la adoración eucarística prepara, acompaña y prolonga la liturgia eucarística, así también la lectura orante personal y comunitaria prepara, acompaña y profundiza lo que la Iglesia celebra con la proclamación de la Palabra» (VD 86-87).


La Lectio Divina nace en ambiente judío: ya los rabinos decían que mediante la lectura, la meditación y la oración se podía asimilar la Toráh, es decir, la presencia de Dios en la creación. Este método de lectura fue heredado al cristianismo, por lo que la Carta a los Romanos (15,4) nos dice: «En efecto, todo lo que fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que, con la paciencia y el consuelo que dan las escrituras, mantengamos la esperanza».

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