Saboreando la Palabra de Dios
Por:
Roberto López Medina
Tercero
de Teología
La
amplia difusión de la Lectio Divina
constituye un auténtico signo de esperanza para la Iglesia, ya que: «Es
verdaderamente capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios,
sino también de crear el encuentro con Cristo, palabra divina y viviente». «Así como la
adoración eucarística prepara, acompaña y prolonga la liturgia eucarística, así
también la lectura orante personal y comunitaria prepara, acompaña y profundiza
lo que la Iglesia celebra con la proclamación de la Palabra» (VD 86-87).
La
Lectio Divina nace en ambiente judío:
ya los rabinos decían que mediante la lectura, la meditación y la oración se
podía asimilar la Toráh, es decir, la
presencia de Dios en la creación. Este método de lectura fue heredado al cristianismo,
por lo que la Carta a los Romanos (15,4) nos dice: «En efecto, todo lo que fue escrito
en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que, con la paciencia y
el consuelo que dan las escrituras, mantengamos la esperanza».
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