viernes, 13 de noviembre de 2015

Entrevista

“Es dando como se recibe”: Pbro. Jorge Luis Anaya Merino


 En entrevista confesó que es muy agradable ser sacerdote y le agradece a Dios el regalo de llegar a una parroquia después de haber permanecido en el Seminario.


Por: Sem. José Luis Riveros Sosa  
         Tercero de Filosofía


Hace unos meses, en el Seminario de San José se llevó a cabo el cambio de rector, cargo que anteriormente lo desempeñaba el Pbro. Jorge Luis Anaya Merino, quien en la Misa de apertura de la Asamblea Presbiteral pasada entregó la rectoría al Pbro. Gerardo Pérez García.
La revista Pescador se dio a la tarea de entrevistarlo, con la finalidad de conocer su sentir tras su paso por la casa formadora de sacerdotes en Tulancingo.

Nombre completo. Jorge Luis Anaya Merino.
Fecha de nacimiento y de ingreso al Seminario. Nació el 24 de abril de 1967 en Huauchinango Puebla; ingresó al Seminario Menor en 1982.
Fecha de ordenación sacerdotal. 11 de junio de 1993.
Años de sacerdote y al servicio del Seminario. 22 años de ordenado y 19 de servicio en la formación sacerdotal.
Cargos que ha desempeñado en sus años de sacerdote. Después de su ordenación estudió Teología Bíblica en Roma, donde estuvo 3 años; al regresar, en 1996 llegó directamente al Seminario en Tulancingo después de que se cerrara el Seminario Regional que estaba en Tula.

En un primer momento apoyó en la coordinación de la Dimensión Espiritual, después fue bibliotecario y moderador, pero siempre estuvo al frente de grupos de Teología; ayudó también en la Dimensión Pastoral y fue director del Colegio Pedro de Gante, por tres años. Después, con la llegada de Mons. Domingo Díaz Martínez, asumió la rectoría del Seminario por seis años.

Experiencia en el Seminario. Enriquecedora, ya que «es dando como se recibe» (San Francisco de Asís) y “ayudando en la formación es como seguir formándome”, expresó. Tuvo un gusto por las reuniones nacionales de OSMEX (Organización de Seminarios Mexicanos) que fueron de mucha riqueza. Así como compartir la experiencia con formadores de toda la República, que dan una visión más amplia de la formación. Externó que “ser formador es un regalo que implica mucho empeño diario, no es nada sencillo, pero nos mantiene para dar una mejor respuesta al Señor”.

Su experiencia junto a los demás sacerdotes. Aunque en estos años fue muy variada, siempre mantuvo una relación muy sana, agradable, cordial y llena de alegría. En el trabajo en común y las reuniones siempre mantuvo respeto aunque todos pensaran de manera diferente, pero siempre asumían las labores con responsabilidad.
Como rector la experiencia fue agradable, un reto grande que el Señor le pidió asumir y lo realizó con mucho empeño y todas sus fuerzas, apoyado siempre por el equipo formador y el señor arzobispo.

Mensaje a los seminaristas. Aprovechen lo mejor posible los medios que la Providencia Divina pone hoy para la formación sacerdotal; aunque humanamente estos sean muy pequeños a la luz de la fe, el Espíritu Santo hace maravillas.

“Sean dóciles a la acción del Espíritu que se va manifestando en sus formadores y traten de encontrar siempre el gusto por su formación”. En su preparación hay momentos difíciles y de desaliento, pero “hagan todo con gusto y esperanza de que a través de esto Dios va haciendo maravillas en ustedes”.

“Recuerden lo que dice el Salmo: «Al ir iban llorando llevando la semilla, al volver vuelven cantando trayendo sus gavillas». “Por eso siempre que queremos sembrar algo, ya sea en la formación o en nuestra misma persona, implica ruptura, cambio de mentalidad, actitudes y comportamientos; aunque no es fácil sino doloroso, vale la pena hacerlo con la plena confianza de que es la obra de Dios que se va realizando en cada uno de ustedes”, exhortó.

Expectativas acerca de su nueva encomienda. El arzobispo Domingo Díaz Martínez le ha encomendado atender la parroquia de San José Piracantos, por lo que reconoce que hay mucho que trabajar pero confía en que las cosas saldrán de la mejor manera.

Va con mucha alegría, ya que estar a cargo de un templo inmediatamente le lleva a pensar que es una manera muy concreta de servir a Dios en el ministerio sacerdotal, con el ideal de ser el buen pastor de una comunidad.

Confiesa que “es muy agradable ser sacerdote” y le agradece a Dios el regalo de llegar a esa parroquia; sinceramente su relación de amistad con el párroco anterior, Pbro. Julián Marciano, hizo que sintiera la cercanía y familiaridad con la misma gente.


“La comunidad es muy cálida y muestra que responde a Cristo y no a una persona en especial, es una bendición muy grande el que la gente participe en la obra de Cristo que el padre empezó. Mi obra será hacer una parroquia evangelizada y evangelizadora, y que sea Dios quien nos mueva en todo momento”, concluyó.

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