Música litúrgica
Por: Josué Luna Ordóñez
Cuarto de Teología
¿Sabías qué
la música en la Liturgia refuerza el sentido celebrativo del misterio?
En algún
momento me tropecé con un comentario que me llamó la atención, precisamente en
el ambiente juvenil moderno. La cuestionante clave era que no les agradaba el “Gloria”
porque era muy cuadrado y aburrido.
Antes de ofrecer
líneas de acción sobre este himno litúrgico, quiero invitar a que conozcan la
fuente de donde mana su significación, y que conociendo lo que representa, se
valore y se pueda explotar la riqueza que complementa a la celebración.
El Gloria no
sólo es un canto hueco que hay que recitar con carácter de “obligatorio”. Para quienes
han descubierto el sentido de la pertenencia al Cuerpo de Cristo, queriendo
resaltar la majestad de su presencia real entre nosotros, que el Reino de amor
se hace presente aquí y ahora, y que nos une a la Iglesia Celeste, esta
entonación se convierte en un himno, en fe que recitada no alcanza a expresar
nuestro sentir y que por ello se eleva la voz, hace unirnos y en forma de
alabanza lo cantamos.
Si el Gloria
en la Misa no expresa eso, entonces ciertamente lo conviertes en algo aburrido
y tedioso, pero debemos tener presente que no era de esta forma desde el
principio, nosotros lo hicimos así, está en nuestras manos, voces y entrega
llevar a pleno su significación en la Liturgia.
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