sábado, 14 de noviembre de 2015

Columna Música

Música litúrgica


Por: Josué Luna Ordóñez
       Cuarto de Teología


¿Sabías qué la música en la Liturgia refuerza el sentido celebrativo del misterio?

En algún momento me tropecé con un comentario que me llamó la atención, precisamente en el ambiente juvenil moderno. La cuestionante clave era que no les agradaba el “Gloria” porque era muy cuadrado y aburrido.

Antes de ofrecer líneas de acción sobre este himno litúrgico, quiero invitar a que conozcan la fuente de donde mana su significación, y que conociendo lo que representa, se valore y se pueda explotar la riqueza que complementa a la celebración.

El Gloria no sólo es un canto hueco que hay que recitar con carácter de “obligatorio”. Para quienes han descubierto el sentido de la pertenencia al Cuerpo de Cristo, queriendo resaltar la majestad de su presencia real entre nosotros, que el Reino de amor se hace presente aquí y ahora, y que nos une a la Iglesia Celeste, esta entonación se convierte en un himno, en fe que recitada no alcanza a expresar nuestro sentir y que por ello se eleva la voz, hace unirnos y en forma de alabanza lo cantamos.


Si el Gloria en la Misa no expresa eso, entonces ciertamente lo conviertes en algo aburrido y tedioso, pero debemos tener presente que no era de esta forma desde el principio, nosotros lo hicimos así, está en nuestras manos, voces y entrega llevar a pleno su significación en la Liturgia.

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