viernes, 20 de noviembre de 2015

Pobres

¡Quiero una Iglesia pobre y para los
pobres!

Por: Sem. Edwin García Alvarado Tercero de Filosofía

Todos hemos leído o escuchado innumerables frases del Santo Padre en torno a este sector de la población, pero pocos han tomado sus discursos como un verdadero nuevo Pentecostés para la Iglesia.


«No existe una Igle- sia sin la caridad, hay que ayudar a los pobres, la per- sona humana está en peligro», así dio inicio Francisco a la reunión
de Cáritas Internacional.
Todos, en algún momento,

hemos leído o escuchado innume- rables frases del Santo Padre en torno a este sector de la pobla- ción, pero pocos han tomado sus discursos como un verdadero nue- vo Pentecostés para la Iglesia.
El Papa es un verdade- ro profeta de nuestro tiempo. En este cambio de época que se va vi- viendo, en el que el pragmatismo y materialismo invaden nuestra vida, los cristianos, llamados a ser luz para el mundo, debemos irradiar la fragancia de Cristo, no sólo que- darnos en el ser buenos samarita- nos, sino ser buenas tiendas donde se acoja, se alimente, se cure y se proteja al hermano necesitado.

Su Santidad, con insisten- cia nos invita a salir de nosotros mismos, de nuestra zona de con- fort, de nuestra misma pasividad, para lanzarnos a la aventura de be- sar las llagas del crucificado, de sa- lir a las periferias existenciales que son la nueva tierra de misión para la Iglesia universal.

Quiero presentar algunos pasos concretos para la vivencia de la Caridad para con nuestros hermanos pobres, que Francisco nos invita a reflexionar, a concientizar y a actuar.

1. El amor es la ca- ricia de la Iglesia a su pueblo, la ternura, la cercanía.
Nunca nos cansemos de amar, de dar y de darnos, porque el día que nos cansemos de amar, nues- travidaynuestrafeseránvanas. Amemos de modo predilecto a los pobres de Dios, porque en ellos encontramos el rostro tierno del Señor,elrostrosufrientedeJesu- cristo y el rostro consolador del Santo Espíritu.

2. No nos confun- damos. En lugar de crecer, nuestra sociedad instaló una cultura de usar y tirar: lo que no se necesita es arrojado a la ba- sura, como a las Personas con Discapacidad,lasmayores,los pobres.
En medio de este universo de confusión,estesegundopasonos invita a no dejar de mirar al cru- cificado y rechazado, de no entrar en este círculo vicioso del uso. En lo concreto hagamos realidad y concreto nuestro amor. Vivamos las obras de caridad, no como ges- tos externos, sino verdaderamente comofrutodenuestraoracióny contemplación.

3. No seamos cóm- plices de la violación a los De- rechos Humanos por la extre- ma pobreza.
Todos somos hermanos y por lo tanto somos cuidadores unos de otros; que en el corazón de un cristiano no anide la indiferencia ante la realidad de la pobreza, no pasemos de largo ante esta situa- ción que incumbe a muchos de nuestros hermanos.

El Papa ha insistido siem- pre sus deseos de tener una Igle- sia pobre para los pobres, pero no olvidemos que todos podemos poner nuestro granito de arena, de tal modo que las palabras del San-
to Padre las hagamos realidad; que todo lo que hagamos de ahora en adelante sea abrirnos al encuentro del otro, del sufriente.

No caigamos en un simple altruismo, sino que toda nuestra actividad pastoral y vivencia cris- tiana brote de ese encuentro con el Señor crucificado, para que pos- teriormente lleguemos a la con- templación de Jesús Resucitado, yseaposiblecontagiaratodosde la alegría pascual; que seamos ver- daderos soportes y consuelo para quienes encontremos en este peregrinar.

Hagamos materia de nues- tra reflexión las palabras que di- rigió Jorge Mario Bergoglio a su hermana en 1960: “Cuando estás contenta, hay muchos niños que están llorando. Cuando te sientas a la mesa, muchos no tienen más que un pedazo de pan para comer, ycuandollueveyhacefrío,mu- chos están viviendo en cuevas de lata, y a veces no tienen con qué cubrirse”.

Que el ejemplo de nues- tro pastor Francisco, quien nos ha mostrado que toda la riqueza de su pensamiento viene de la relación con Cristo, sea motivo de agrade- cimiento a Dios por su presencia, pero también de ánimo para poder irinstaurandoelReinodelSeñor entre nosotros, que es paz, justicia y amor.

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