viernes, 20 de noviembre de 2015

Iglesia Inclusiva


La Persona con Discapacidad en la vida de la Iglesia

La fuente de la labor pastoral está en la oración, en el encuentro cotidiano con Dios, pero esta debe llevar a la acción y al compromiso concreto.

Por: Sem. Edwin García Alvarado 
Tercero de Filosofía


Según el INEGI, en México existen alrededor 5 millones 739 mil 270 personas con algún tipo de Discapacidad. ¡Esto es sorprendente! Y dentro de éstas, en su mayoría profesan la
fe católica, pero, ¿la Iglesia cómo busca incluirlos en su labor evangelizadora?

En primer lugar se debe aclarar el término “Discapacidad” y, como cristianos tenemos que cono- cer los términos correctos de dirigirnos hacia ellos. Es importante mencionar que el concepto de Discapaci- dad va evolucionando y que resulta de la interacción de personas con deficiencias que evitan su participa- ciónplenayefectivaenlasociedad,enigualdadde condiciones que las demás.

A lo largo del tiempo la sociedad ha ido crean- do algunas terminologías que muchas veces no son correctas, entre éstas se encuentran: “personitas espe- ciales”, “minusválidos”, “discapacitados”, “lisiados”, “mongoles”,“personasconcapacidadesdiferentes”y “enfermitos”, entre otros.

El término correcto es “Persona con Discapa- cidad”, ya que en esta forma resalta la igualdad y valor intrínseco del ser humano, a pesar de lo que pueda poseer.
La Iglesia, como madre, debe acoger a estos sus hijos que necesitan de ella, y como maestra debe enseñar y defender sus derechos ante la sociedad, pero también abrir horizontes en el campo de la evangeliza- ción para incluirlos en la labor pastoral.

Recordando las palabras del Señor Jesús:
«Cuando lo hiciste a uno de estos pequeños míos a mí lo hiciste» (Mt 25,40); en el mismo corazón, que son todos los bautizados, ante su voz y necesidad deben resonar las palabras de su maestro: «Tuve hambre, y me disteis de co- mer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí» (Mt 25,35ss).

Según el papa Francisco, es «salir a las perife- rias existenciales». Los cristianos no deben quedarse encerrados como los apóstoles antes de Pentecostés, pues ya son portadores del Espíritu Santo que los ani- ma a ser promotores de la verdad que es Cristo.

Un cristiano no puede dejar pasar más tiempo para evangelizar a nuestros hermanos con Discapaci- dad, Jesús en ellos clama y reclama que se le atienda, que se le ame. La fuente de la labor pastoral está en la oración, en el encuentro cotidiano con Dios, pero esta debe llevar a la acción y al compromiso concreto, a mirar los signos de los tiempos actuales que gritan a voz en cuello su crucifixión con el Señor. 

La labor pastoral de una comunidad de cris- tianos está llamada a trazar senderos que lleven al en- cuentro con el otro, al del yo con el tú, para que no sean las personas cristianas con discapacidad un grupo de gente más que vive con un rostro escondido y des- conocido para la misma Iglesia.
Cuando se asiste a la gran asamblea de los cristianos, que es la Eucaristía, se vive un encuentro verdaderoconCristoenelpanconsagrado,y¡síque verdaderamente está presente! Pero cuando miremos a Jesús levantado en lo alto, esa misma mirada se lance a lo bajo donde está crucificado.

No dejemos pasar más tiempo para lanzarnos en la búsqueda del tesoro de la Iglesia, como dijo san Esteban:«Lospobres,ellosnecesitandetiparaexperi- mentar la presencia de Dios, para sentirse amados por la Iglesia, insertados en la vida eclesial». No dejemos que pasen entre nosotros sin siquiera mirarlos.
Muchas de la veces su Discapacidad los hace invisibles para la sociedad, por eso, que en la Iglesia su Discapacidad haga brillar las maravillas de Dios.

¡No tengas miedo de besar las llagas de Cristo en la Discapacidad de nuestros hermanos! 

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