sábado, 7 de mayo de 2016

Seminario 2

151 años formando pastores misericordiosos


Por: Sem. Gerardo Espinoza Rubí
       Tercero de Filosofía

·      El ambiente de fiesta que se respiró dentro del festejo del aniversario fue de mucha alegría, porque se fomentó la unión, la identidad y la misericordia entre los seminaristas.

“¡Estas son las mañanitas…!”. Nuestro muy amado Seminario, “¡felicidades por tus ciento cincuenta y un años de fundación, como la casa madre de los futuros sacerdotes y el porvenir de la Iglesia!”.

El ambiente de fiesta que se respiró dentro del festejo del aniversario fue de mucha alegría, porque se fomentó la unión, la identidad y la misericordia; fue tener vida dentro de nuestro papel como seguidores y discípulos de nuestro Señor Jesucristo y encontrar el destino de nuestro caminar juntos como diócesis.

La celebración de la casa formadora se lleva a cabo desde su fundación el 16 de enero de 1865, en Tulancingo. Los festejos comienzan con las tradicionales mañanitas, cantándole al Seminario con gozo y con el corazón en la mano, y posteriormente dar paso a la santa Eucaristía como acción de gracias por estos años de vida, la cual ahora estuvo presidida por Mons. Domingo Díaz Martínez, y concelebrada por sacerdotes del equipo formador.

Durante la Misa, el Arzobispo de Tulancingo compartió en su homilía una sencilla reflexión sobre las lecturas del día (1 Sam 9,1-4.10.17-19; 10,1) y del Evangelio (Mc 2, 13-17), dirigida especialmente para los seminaristas y relacionada al llamado que hizo Dios al rey Saúl, y de Jesús a Mateo.

Nos motivó y nos hizo al mismo tiempo tomar conciencia para continuar y perseverar en la formación, para asumir los retos actuales en los que se enfrenta hoy la fe de la Iglesia,  proyectándonos con toda la sinceridad a nuestra labor futura del sacerdocio y fomentar la defensa de la fe, pero al mismo tiempo la de la vocación.

Para esto nos aconsejó seguir una línea muy práctica de tres valores que en nuestra formación deben hacer eco y se deben seguir profundizando: el primero fue la unión, porque con ella podemos hacer mucho en comunidad y la comunión con la Iglesia.

El segundo fue la identidad, asumir nuestro papel de seminaristas y no ser otra cosa que formarnos como sacerdotes, de aquí la labor y la gran responsabilidad que recae sobre cada uno al llamado que Cristo hace; el tercero fue la misericordia, el rostro del Padre hacia nosotros sus hijos.

Mons. Domingo Díaz Martínez exhortó de manera contundente en este aspecto: “Seminarista que no sea misericordioso, que no pida ser ordenado sacerdote”. Esto no debe desanimarnos, sino impulsar para que pongamos más énfasis y seriedad a nuestra formación como futuros sacerdotes.

Posteriormente, al concluir la Misa se partió en una procesión solemne hacia la nueva capilla del Señor de la Misericordia; el arzobispo la bendijo pidiendo que Dios nos vea y camine con nosotros.

Tras concluir, se dio paso a los sagrados alimentos en el desayuno y después al torneo deportivo organizado para el fomento de la convivencia de los alumnos del Seminario Menor y del Mayor, en futbol, basquetbol y voleibol.

Se dio un breve descanso para continuar con la comida-convivencia, en la cual se organizó el tradicional y sensacional karaoke; más tarde, se llevó a cabo la oración de la Iglesia con la Liturgia de las Horas, dirigida por el Pbro. Fernando A. Espino, quien coordina la espiritualidad en el Seminario Menor.

Continuando con esta línea de oración se hizo el rezo del Santo Rosario en honor a nuestro patrón San José, custodio de nuestro Seminario, siendo el fervor y el ambiente lo que propició un adecuado desarrollo y encuentro con el Señor. Al término de la fiesta, el Pbro. Gerardo Pérez García, rector de la casa formadora, hizo entrega de la premiación a los ganadores del torneo deportivo.
Sin duda, la fiesta se vuelve memorable porque es saber que en la comunidad la alegría de muchos se vuelve una sola; es amar al Seminario como Cristo lo ama y lo seguirá amando, seguir caminando en la misericordia.


Gracias Seminario por seguir dándonos sacerdotes para la salvación de las almas en nombre de Cristo Jesús.

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