Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión
Por: Sem. Ulises Morales Gutierrez
Cuarto de Teología
Como sabemos,
los fieles cristianos desde los orígenes de la Iglesia, siempre han estado
presentes en la vida apostólica de la misma y en su modo de evangelizar y mucho
más, en su celebrar a Cristo. Pero a lo largo de la historia de nuestra amada
Iglesia, se interrumpió la actividad de los fieles cristianos no consagrados, principalmente
durante la edad media e inicios de la edad moderna, ya que se veía que el
servicio sólo lo tenían que ejercer todos los clérigos, esto se debió a que la
gente no sabía mucho de las cosas de Dios y esto hizo que la gente se
despreocupara por atender las cosas sagradas; cuando llegó el Concilio Vaticano
II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium que habla acerca de la
Liturgia, prescribía en particular el
dar la comunión a los fieles que participaban de la Eucaristía distribuida por
el sacerdote, algunos pastores consideraron indispensable recibir una ayuda
para esta función y desde 1966, la Sagrada Congregación para los Sacramentos
dirigió a los nuncios apostólicos una Instrucción que no estaba destinada a ser
pública. Dicha instrucción permitía a los obispos autorizar a algunos fieles
para distribuir la Sagrada Comunión en casos de necesidad.
Ahora bien,
este es un ministerio que de hecho se ejerce no en virtud de una “institución”
con carácter estable y permanente, sino en virtud de una “delegación” es decir
que es temporal. Este ministerio laical es establecido y conferido por la
Iglesia mediante una bendición especial, conforme al rito litúrgico previsto
para ello, por cierto muy similar al rito de la institución del lector o del
acólito, lo que puede prestarse a confusión, pero en este caso tienen sólo un
carácter temporal, es decir, que sólo es por un tiempo determinado.
Los ministros
extraordinarios desempeñan un servicio valioso para la Iglesia supliendo la
necesidad de escasez de sacerdotes y diáconos, y deberían ser aliento y llamada
de atención para la comunidad en el crecimiento de las vocaciones sacerdotales,
pero es importante reconocer que este servicio corresponde a una situación
extraordinaria en la vida de la comunidad.
Ahora bien,
este ministerio debe entenderse conforme a su nombre en sentido estricto. Este
es “Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión”, pero no ministro especial
de la sagrada Comunión, ni ministro especial de la Eucaristía (Cfr. Sacramento de la Redención, n.156).
La
designación de la persona idónea se hará teniendo presente el siguiente orden,
que puede ser cambiado, según el parecer del ordinario del lugar (obispo);
puede ser un lector, alumno del seminario mayor, religioso, religiosa, catequista,
fiel varón o mujer. Pero sí es importante que se tengan las siguientes
características:
-
Que esté confirmado.
-
Que tenga por lo menos 18 años
de edad.
-
Si es casado, que lo esté por
el sacramento de la Iglesia.
-
Que el individuo reciba de su
párroco la certificación de que está debidamente instruido y calificado.
Es
recomendable que el párroco seleccione cuidadosamente a las personas que
considere particularmente calificadas para servir como ministros
extraordinarios, y que no simplemente pidan voluntarios, pues se trata de un
llamado. El propósito es escoger a individuos cuya vida y moralidad católica
ejemplar se refleje en la Iglesia, que demuestren dignidad y den importancia a
la Sagrada Comunión.
Una de las
actividades que el ministro extraordinario de la Sagrada Comunión puede hacer
es también llevar la comunión a los enfermos, esto hace que su servicio sea
también externo del edificio de la Iglesia parroquial.
Pero sin
olvidar que realmente se puede llevar a cabo el ejercicio del ministerio como
una verdadera acción de la evangelización, ya que el ministro extraordinario al
ser figura pública tiene que tener un estilo de vida muy particular. Asi como
todo cristiano, deberá buscar la vida de santidad en primer lugar a través de
la confesión frecuente, la oración personal y comunitaria, especialmente ante
el Santísimo Sacramento, deberá ser asiduo al estudio, principalmente de la
Sagrada Escritura.
En nuestra arquidiócesis,
el ministerio de los ministros extraordinarios de la Comunión, está muy
reforzado principalmente por el ejercicio que han mantenido los sacerdotes por
tener a los fieles laicos cerca de la Eucaristía y un modo de hacerlo ha sido
dicho ministerio. Esto nos hace ser una diócesis muy bien organizada en cuanto
a dicho ministerio se refiere.
Este es uno
de los ministerios más frecuentes en el ejercicio de los fieles cristianos, a
lo que nos lleva decir que realmente se ha convertido en un verdadero y muy útil
servicio a la comunidad cristiana por parte de hombres y mujeres amantes de la
Sagrada Eucaristía.
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