sábado, 7 de mayo de 2016

Movimientos 1

Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión


Por: Sem. Ulises Morales Gutierrez
        Cuarto de Teología

Como sabemos, los fieles cristianos desde los orígenes de la Iglesia, siempre han estado presentes en la vida apostólica de la misma y en su modo de evangelizar y mucho más, en su celebrar a Cristo. Pero a lo largo de la historia de nuestra amada Iglesia, se interrumpió la actividad de los fieles cristianos no consagrados, principalmente durante la edad media e inicios de la edad moderna, ya que se veía que el servicio sólo lo tenían que ejercer todos los clérigos, esto se debió a que la gente no sabía mucho de las cosas de Dios y esto hizo que la gente se despreocupara por atender las cosas sagradas; cuando llegó el Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium que habla acerca de la Liturgia,  prescribía en particular el dar la comunión a los fieles que participaban de la Eucaristía distribuida por el sacerdote, algunos pastores consideraron indispensable recibir una ayuda para esta función y desde 1966, la Sagrada Congregación para los Sacramentos dirigió a los nuncios apostólicos una Instrucción que no estaba destinada a ser pública. Dicha instrucción permitía a los obispos autorizar a algunos fieles para distribuir la Sagrada Comunión en casos de necesidad.

Ahora bien, este es un ministerio que de hecho se ejerce no en virtud de una “institución” con carácter estable y permanente, sino en virtud de una “delegación” es decir que es temporal. Este ministerio laical es establecido y conferido por la Iglesia mediante una bendición especial, conforme al rito litúrgico previsto para ello, por cierto muy similar al rito de la institución del lector o del acólito, lo que puede prestarse a confusión, pero en este caso tienen sólo un carácter temporal, es decir, que sólo es por un tiempo determinado.

Los ministros extraordinarios desempeñan un servicio valioso para la Iglesia supliendo la necesidad de escasez de sacerdotes y diáconos, y deberían ser aliento y llamada de atención para la comunidad en el crecimiento de las vocaciones sacerdotales, pero es importante reconocer que este servicio corresponde a una situación extraordinaria en la vida de la comunidad.

Ahora bien, este ministerio debe entenderse conforme a su nombre en sentido estricto. Este es “Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión”, pero no ministro especial de la sagrada Comunión, ni ministro especial de la Eucaristía (Cfr. Sacramento de la Redención, n.156).

La designación de la persona idónea se hará teniendo presente el siguiente orden, que puede ser cambiado, según el parecer del ordinario del lugar (obispo); puede ser un lector, alumno del seminario mayor, religioso, religiosa, catequista, fiel varón o mujer. Pero sí es importante que se tengan las siguientes características:

-       Que esté confirmado.
-       Que tenga por lo menos 18 años de edad.
-       Si es casado, que lo esté por el sacramento de la Iglesia.
-       Que el individuo reciba de su párroco la certificación de que está debidamente instruido y calificado.

Es recomendable que el párroco seleccione cuidadosamente a las personas que considere particularmente calificadas para servir como ministros extraordinarios, y que no simplemente pidan voluntarios, pues se trata de un llamado. El propósito es escoger a individuos cuya vida y moralidad católica ejemplar se refleje en la Iglesia, que demuestren dignidad y den importancia a la Sagrada Comunión.

Una de las actividades que el ministro extraordinario de la Sagrada Comunión puede hacer es también llevar la comunión a los enfermos, esto hace que su servicio sea también externo del edificio de la Iglesia parroquial.

Pero sin olvidar que realmente se puede llevar a cabo el ejercicio del ministerio como una verdadera acción de la evangelización, ya que el ministro extraordinario al ser figura pública tiene que tener un estilo de vida muy particular. Asi como todo cristiano, deberá buscar la vida de santidad en primer lugar a través de la confesión frecuente, la oración personal y comunitaria, especialmente ante el Santísimo Sacramento, deberá ser asiduo al estudio, principalmente de la Sagrada Escritura.

En nuestra arquidiócesis, el ministerio de los ministros extraordinarios de la Comunión, está muy reforzado principalmente por el ejercicio que han mantenido los sacerdotes por tener a los fieles laicos cerca de la Eucaristía y un modo de hacerlo ha sido dicho ministerio. Esto nos hace ser una diócesis muy bien organizada en cuanto a dicho ministerio se refiere.

Este es uno de los ministerios más frecuentes en el ejercicio de los fieles cristianos, a lo que nos lleva decir que realmente se ha convertido en un verdadero y muy útil servicio a la comunidad cristiana por parte de hombres y mujeres amantes de la Sagrada Eucaristía.

Es decir, que realmente el servicio que mucha gente que con demasiada alegría presta en el ejercicio del ministerio extraordinario de la Sagrada Comunión, es importante hoy en día, sí, si lo es, pero es también conveniente que se pueda dar a conocer que es un ministerio en pos del servicio a la comunidad.

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