viernes, 6 de mayo de 2016

Columna: Bioética




¿Vientres en alquiler?


Por: Antonio Tolentino Olguín
Tercero de Teología

La subrogación gestacional o préstamo de útero costa de implantar un embrión en una mujer distinta a la madre biológica que se encarga de gestar al hijo, para después entregarlo a los padres legales.

El préstamo del vientre es inmoral en tanto que se atenta contra la dignidad de la sexualidad, donde se degenera el proceso de la gestación, ya que se introduce a una persona ajena en el proceso de la reproducción. También es afectado el hijo, dado que tiene el derecho de ser concebido de manera natural.
Los gestos propios de la fecundación son transgredidos porque la generación de la nueva vida se realizará sin el acto sexual y la fecundación se llevará fuera del cuerpo de la madre.

Pareciera que se trata de una fabricación de hijos con quienes se puede negociar; se ven como un producto que se puede obtener al precio que estipule la persona que rente su vientre. El ser humano tiene el derecho de ser concebido, gestado y traido al mundo por sus propios padres.

Muchos creen que en nombre de la libertad se puede realizar todo, incluso aquellas cosas que la naturaleza impide realizar; en el caso de la paternidad y la maternidad nada debería impedir esto, ni siquiera la esterilidad de uno de los progenitores. Esto da pie a utilizar métodos inmorales para cumplir los caprichos humanos.

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