viernes, 6 de mayo de 2016

Jovénes

La Cuaresma: vivir desde la memoria de Dios

Por: Sem. Ángel de Jesús Díaz Sauza
        Tercero de Teología


Sólo aquél que reconoce a Dios en su vida, puede vivir con toda energía y entusiasmo, pero sobre todo como receptor de la  misericordia en el tiempo de Cuaresma.


Todo cristiano debe traer constantemente a su mente las cosas que Dios ha hecho en favor de él; de este modo, cuando se encuentre perdido y desorientado, en el recuerdo de lo que Dios ha hecho por él encontrará descanso, paz y deseo de conversión. Esto es como en las relaciones humanas, siempre que alguna persona hace una obra de caridad que nos beneficia, le estamos muy agradecidos y constantemente lo traemos a nuestra mente y nos alegramos, motivándonos así a un deseo de volver a encontrarnos con esta persona en un momento de necesidad: en eso consiste la reconciliación.

Creo que es importante mis queridos amigos, que veamos entonces el tiempo cuaresmal desde esta perspectiva. Me explico: a veces damos por hecho que la Cuaresma es un tiempo aburrido, que implica solo sacrificio, y por ende ocasiona tristeza. Sin embargo no es así; más aún, vivir desde la memoria de Dios, implica recordar constantemente todo lo que Dios hace por nosotros: alegrarnos, agradecer y querer regresar con Él para tener la misma experiencia de amor y de misericordia. Así sucedió con el pueblo de Israel, él tenía muy presente los prodigios que Dios hacía en su favor (Dt 26, 5-11); y gracias a ello, incluso a pesar de sus errores podía tener un encuentro cercano con Dios.

La Cuaresma puede ayudarnos a transformar nuestras vidas; para lograr esto y encontrarle un verdadero sentido es necesario vivir desde  la memoria de Dios. Sólo aquel que reconoce a Dios en su vida puede vivir con toda energía y entusiasmo, sobre todo como receptor de la  misericordia en el tiempo de Cuaresma.

Todo esto no es fácil, pues el mundo nos anuncia que debemos olvidar porque es lo más sano. Nietzsche, uno de los filósofos de la época moderna, decía que el que no olvida es infeliz y hace infeliz a los que lo rodean; incluso hablaba del olvido de Dios, la muerte de Dios. Por el contrario, el poeta Gabriel García Márquez afirmaba que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Ante estos dos pensamientos sólo nos queda una elección: olvidar y morir o recordar y vivir.

De verdad insisto que, para tener un tiempo cuaresmal lleno de alegría y júbil, es necesario vivir desde la memoria de Dios, lo cual nos llevará a la experiencia del silencio y a la reflexión. Nos introducirá a querer meternos en los desiertos de nuestras vidas y desde ahí descubrir que en esa soledad, Dios en su infinita misericordia sigue esperando frutos de nosotros.

Si se quiere vivir una cuaresma desde la misericordia, debemos tener presente el vivir desde la memoria de Dios, aprender a guardar silencio y escuchar a Dios; explorar los desiertos de nuestras vidas y, vivir en y desde el sacrificio. En estos puntos encontraremos y experimentaremos la paz de Dios, pero sobre todo su misericordia; nos encontraremos con ese Cristo crucificado y después glorificado, con ese Cristo que me invita a subir con Él a la cruz para poder hacer de este mundo algo distinto, donde todos experimenten el amor de Dios: es ahí donde está la conversión.

Que el tiempo de Cuaresma sea para todos nosotros no sólo momentos de actividades en las parroquias, en los grupos juveniles y en sus hogares o simplemente  preparativos para la Semana Santa; antes bien, que sea un tiempo para encontrarse con ustedes mismos y desde el propio corazón, redescubrir a ese Dios que es infinitamente misericordioso.

Balazos: S

Es necesario vivir desde la memoria de Dios.

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