La Cuaresma: vivir desde la memoria de Dios
Por: Sem. Ángel de
Jesús Díaz Sauza
Tercero de Teología
Sólo aquél que reconoce a Dios en su vida, puede vivir con toda energía y entusiasmo, pero sobre todo como receptor de la misericordia en el tiempo de Cuaresma.
Todo cristiano debe traer constantemente
a su mente las cosas que Dios ha hecho en favor de él; de este modo, cuando se
encuentre perdido y desorientado, en el recuerdo de lo que Dios ha hecho por él
encontrará descanso, paz y deseo de conversión. Esto es como en las relaciones
humanas, siempre que alguna persona hace una obra de caridad que nos beneficia,
le estamos muy agradecidos y constantemente lo traemos a nuestra mente y nos
alegramos, motivándonos así a un deseo de volver a encontrarnos con esta
persona en un momento de necesidad: en eso consiste la reconciliación.
Creo que es importante mis queridos
amigos, que veamos entonces el tiempo cuaresmal desde esta perspectiva. Me explico:
a veces damos por hecho que la Cuaresma es un tiempo aburrido, que implica solo
sacrificio, y por ende ocasiona tristeza. Sin embargo no es así; más aún, vivir
desde la memoria de Dios, implica recordar constantemente todo lo que Dios hace
por nosotros: alegrarnos, agradecer y querer regresar con Él para tener la
misma experiencia de amor y de misericordia. Así sucedió con el pueblo de
Israel, él tenía muy presente los prodigios que Dios hacía en su favor (Dt 26, 5-11); y gracias a ello, incluso
a pesar de sus errores podía tener un encuentro cercano con Dios.
La Cuaresma puede ayudarnos a
transformar nuestras vidas; para lograr esto y encontrarle un verdadero sentido
es necesario vivir desde la memoria de
Dios. Sólo aquel que reconoce a Dios en su vida puede vivir con toda energía y
entusiasmo, sobre todo como receptor de la
misericordia en el tiempo de Cuaresma.
Todo esto no es fácil, pues el mundo nos
anuncia que debemos olvidar porque es lo más sano. Nietzsche, uno de los
filósofos de la época moderna, decía que el que no olvida es infeliz y hace
infeliz a los que lo rodean; incluso hablaba del olvido de Dios, la muerte de
Dios. Por el contrario, el poeta Gabriel García Márquez afirmaba que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido. Ante estos dos pensamientos sólo nos
queda una elección: olvidar y morir o recordar y vivir.
De verdad insisto que, para tener un
tiempo cuaresmal lleno de alegría y júbil, es necesario vivir desde la memoria
de Dios, lo cual nos llevará a la experiencia del silencio y a la reflexión.
Nos introducirá a querer meternos en los desiertos de nuestras vidas y desde
ahí descubrir que en esa soledad, Dios en su infinita misericordia sigue esperando
frutos de nosotros.
Si se quiere vivir una cuaresma desde la
misericordia, debemos tener presente el vivir desde la memoria de Dios,
aprender a guardar silencio y escuchar a Dios; explorar los desiertos de nuestras
vidas y, vivir en y desde el sacrificio. En estos puntos encontraremos y
experimentaremos la paz de Dios, pero sobre todo su misericordia; nos encontraremos
con ese Cristo crucificado y después glorificado, con ese Cristo que me invita
a subir con Él a la cruz para poder hacer de este mundo algo distinto, donde
todos experimenten el amor de Dios: es ahí donde está la conversión.
Que el tiempo de Cuaresma sea para todos
nosotros no sólo momentos de actividades en las parroquias, en los grupos
juveniles y en sus hogares o simplemente preparativos para la Semana Santa; antes bien,
que sea un tiempo para encontrarse con ustedes mismos y desde el propio corazón,
redescubrir a ese Dios que es infinitamente misericordioso.
Balazos: S
Es necesario vivir desde la memoria de
Dios.
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