Experiencias del Mundo del Silencio
Por: Jaime Gutiérrez Villanueva - Sacerdote Sordo
Parroquia Santa María del Silencio
(Madrid-España)
Soy un sacerdote Sordo de España. Actualmente trabajo
como párroco en Santa María del Silencio, parroquia personal para la atención
pastoral a todas las personas Sordas y Sordociegas de la Archidiócesis de
Madrid (España).
También desarrollo otras actividades pastorales como la
promoción y acompañamiento de militantes cristianos a través de un movimiento
apostólico. De igual manera, camino también junto a numerosas personas que se
plantean un proceso de maduración integral intentando dar respuesta a la
llamada a la santidad que Dios nos ha realizado a cada uno según su vocación y
misión en el mundo.
Actualmente tengo 41 años y llevo ordenado sacerdote 16
años. Comencé a quedarme Sordo a los 12 años y perdí totalmente la audición
hace 14 años. Llevo un implante coclear bilateral que me ayuda en mi trabajo y
relaciones con personas sordas y oyentes.
Quiero destacar que nunca tuve una dedicación exclusiva a
las personas Sordas, pues también he trabajado y trabajo con personas oyentes.
Son trabajos totalmente complementarios y una experiencia enriquece a la otra.
Lo valoro como una experiencia positiva y enriquecedora, porque el trabajo con
oyentes y, sobre todo, con militantes adultos, me ha promocionado mucho como
sacerdote y siempre me he sentido plenamente integrado en esas comunidades.
Esta experiencia con oyentes me ha servido mucho en el
trabajo con personas Sordas. Y el trabajo con personas Sordas ha desarrollado
en mí una sensibilidad que me ha ayudado también en el trabajo con personas
oyentes. Por eso he luchado y sigo luchando por una mayor integración real de
las Personas Sordas en la sociedad y en la vida de la Iglesia. Creo que es
posible. Mi experiencia dice que es posible.
Las Personas Sordas no podemos ser una comunidad apartada
dentro de la Iglesia, ni dentro de la sociedad. Eso nos aísla y nos empobrece.
Necesitamos una atención específica, mucho apoyo, mucho esfuerzo por nuestra
parte, pero creo que es posible el desarrollo integral y la integración de la
Persona Sorda si todos nos esforzamos en ello, tanto las personas Sordas como
las personas oyentes.
En mi experiencia pastoral con personas Sordas, el mayor
reto que me he encontrado ha sido unir la evangelización con la promoción
integral de las Personas Sordas. No podemos hablar de Jesucristo si no
planteamos al mismo tiempo la promoción integral de la persona, para que
experimente la salvación y la liberación que vino a traernos Jesucristo.
Es decir, que viva conforme a su dignidad de persona,
desarrollándose plenamente como tal. Cuando Jesús cura al Sordo en el
Evangelio, no sólo le cura su sordera y le desata la lengua para que pueda
hablar, sino que, sobre todo, le devuelve su dignidad de persona para que se
reintegre en la sociedad y en la Iglesia.
Nos lo recuerda el papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas In Veritate: «El auténtico
desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona
en todas sus dimensiones. Debe ser integral, promover a todos los hombres y a
todo el hombre.
Tenemos que comenzar por tomar conciencia de todas
nuestras posibilidades y de que es posible esta promoción. De que nuestra
situación no es insuperable. Esta acción promocional ha de ser una acción
colectiva de las propias personas Sordas, abarcando a todas las personas, de
todo el mundo, en una solidaridad internacional.
La promoción de las Personas Sordas exige tiempo y
dedicación, pero lo fundamental es querer.
El querer es el verdadero motor de la voluntad. Cuando se descubren las
posibilidades y las limitaciones propias y comunes se va ganando en confianza.
Estamos llamados a ser protagonistas y no espectadores pasivos ante la vida.
Para hacer posible esa promoción integral y colectiva de
las Personas Sordas, se necesitan quienes estén dispuestas a una lucha
permanente y a asumir todos los sacrificios que esta lucha exige. Esto sólo es
posible desde la fe. Quienes decidamos realizar esta acción promocional
encontraremos muchas dificultades y pocas recompensas. De aquí resulta que,
para seguir adelante, nuestra energía motora debe ser mucho más potente que los
obstáculos con que vamos a tropezar. Y esta energía motora sólo puede ser Dios
y la experiencia de su amor que nos empuja a luchar permanentemente sin
desanimarnos.
Deseo terminar esta pequeña aportación transmitiendo un
mensaje de ánimo y esperanza a todas las personas Sordas, especialmente a los
jóvenes. Y decirles que pueden conseguir lo que quieran en su vida si se lo
proponen. Sólo tienen que querer y luchar por ello. Y hacerlo con otros, pues
solos no podemos.
En la página web
www.stamsilencio.com podéis encontrar información de muchas de las actividades
que hacemos en nuestra parroquia, todas ellas adaptadas a las necesidades
específicas de las Personas Sordas. También participan personas oyentes porque
intentamos ser una comunidad en la que todos tienen cabida y se sientan
acogidos.
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