sábado, 7 de mayo de 2016
Columna: Música
Música litúrgica
Por: Sem. Josué Luna Ordóñez
Cuarto de Teología
La alabanza
en la Iglesia es muy importante, muchos salmos nos hablan de ello: «Cantad
para el Señor… Alabad al Señor que la música es buena… Alabad al Señor todas
las naciones… Cantad al Señor, bendecid su nombre…»,
pero es precisamente dentro de la Eucaristía donde esta alabanza se concretiza
de modo perfecto, pues se une al verdadero sacrificio que nos da la salvación.
En el Aleluya elevamos nuestras mejores voces,
nos unimos en el Hallel que es la alabanza
suprema que sólo la divinidad merece. Aleluya
es el canto para Dios por excelencia, con el que se resalta cuánto merece de
nuestras voces, nuestra mente y todo nuestro corazón.
Este canto
une a la comunidad y la hace presente, hace que la fiesta de la palabra se
torne de modo alegre y gustoso; así también, nos prepara para el encuentro con
la palabra hecha carne en el Evangelio.
El Aleluya tiene que ser cantado con
decoro, presencia, claridad, armonía y de modo sencillo, de manera que resulte
atractivo y fácil de cantar para la comunidad, incluso al tener un primer
encuentro con el canto.
La alegría
que expresa el canto tendrá que llevarnos a expresar el gozo que tenemos de estar
en la casa de Dios, para prepararnos a escucharle y porque su presencia nos
llena en un júbilo que no tiene igual.
Es por eso
que el Aleluya se omite en el tiempo
de Cuaresma, para preparar un impulso que desborde en felicidad para la Pascua,
pues Jesucristo resucitado viene a quedarse finalmente entre nosotros y en
perfecta alegría nos lleva al Padre.
Jubileo
Instructivo y sugerencias prácticas para celebrar el Año Santo de la Misericordia
Por:
Pbro. Juan V. Bautista Salinas
Sem.
Humberto Calva García
¿Qué es un Año Santo?
Es un año de gracia. Un tiempo que la Iglesia nos concede como la
oportunidad de vivir nuestra fe; tiempo de acercamiento a Dios, de
reconciliación, de recibir el perdón de nuestros pecados y de ahorrarnos el
purgatorio.
Tiene sus raíces en la tradición bíblica, cuando Dios manda a su pueblo
que observe el descanso de la tierra para propiciar la alabanza y gratitud al
Señor por sus beneficios y procurar la liberación de su pueblo (Cfr. Lv 25).
En la tradición de la Iglesia católica, el Año Santo o Año Jubilar
comenzó a practicarse por disposición del papa Bonifacio VIII en el año 1300, y
desde 1475, cada 25 años, se celebra un Jubileo ordinario para permitir que
cada generación pueda tener esta experiencia al menos una vez en su vida.
¿Por qué se llama Año Santo
Ordinario o Año Santo Extraordinario?
El Año Santo Ordinario es el que se celebra, según la tradición de la
Iglesia, cada 25 años. El más reciente fue en el 2000. El próximo será en el
2025.
El Año Santo Extraordinario es convocado por el Papa, según su decisión
personal y en razón de una necesidad o acontecimiento especial en la Iglesia.
El más reciente fue convocado por Juan Pablo II en 1983, para conmemorar los
1950 años de nuestra redención.
El Año Santo de la Misericordia es, por tanto, un Año Santo Extraordinario.
Inició el 8 de diciembre de 2015 y concluirá el 20 de noviembre del presente
año, en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.
¿Se perdonan los pecados
en el Año Santo?
Sí, pero solamente por medio de la confesión sacramental. El Año Santo
es una ocasión propicia para acudir al sacramento de la confesión y recibir así
el perdón de los pecados bajo las condiciones requeridas.
¿Qué es la indulgencia
del Año Santo?
La indulgencia no es la remisión automática de los pecados. Si hay
pecado venial o mortal se requiere para el perdón de los mismos la confesión
sacramental personal y directa con el confesor.
La indulgencia es una gracia que también nos concede la Iglesia para la
remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados ya perdonados en cuanto
a la culpa que un fiel dispuesto y, cumpliendo determinadas condiciones,
consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la
redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de
Cristo y de los santos (CEC 1471).
¿Por qué se habla de
indulgencia plenaria e indulgencia parcial?
La remisión de la pena temporal sea total o en parte, según se indique
expresamente en la forma de ganar la indulgencia. En el Año Santo de la
Misericordia la Iglesia nos regala la oportunidad de ganar la indulgencia
plenaria si se cumple con los requisitos establecidos.
¿Cómo obtener la
indulgencia durante el Año Santo?
De acuerdo a la Penitenciaría Apostólica, para ganar la indulgencia
plenaria es necesario que los fieles estén en estado de gracia, es decir:
1) Tener la disposición interior de un
desapego total del pecado, incluso venial.
2) Confesarse sacramentalmente.
3) Recibir la Sagrada Eucaristía
(preferiblemente, pero no necesariamente en el contexto de la Misa).
4) Orar por las intenciones del Papa,
acudiendo a los lugares destinados para ganar la indulgencia.
¿Para quién es el
provecho de la indulgencia?
Es para provecho personal, ganando la indulgencia nos ahorramos el purgatorio;
es decir, el tiempo destinado a purgar las penas habidas por el pecado, sanar
completamente de las heridas por dichos pecados.
También se puede ganar en favor de nuestros hermanos difuntos que necesitan
de nuestro apoyo (sufragio) para la remisión de sus penas; es decir, para
librar el purgatorio.
¿Cada cuándo podemos
ganar la indulgencia?
Solamente una vez al día, y durante todo el Año Santo si se cumplen con
las condiciones indicadas.
¿Cuáles son los lugares
en nuestra arquidiócesis para ganar la indulgencia?
En la sede episcopal de Tulancingo: Santa Iglesia Catedral, Santuario de
Nuestra Señora de los Ángeles y Templo Expiatorio.
En la foranía de Pachuca Norte: Basílica de Guadalupe.
En la foranía de Pachuca Sur: Santuario del Señor de la Misericordia.
En la foranía de Actopan: Santuario del Señor de las Maravillas (El
Arenal).
En la foranía de Tizayuca: parroquia del Divino Salvador (Tizayuca).
En la foranía de Atotonilco: templo de San Agustín (Atotonilco el
Grande).
En la foranía de Apan: Nuestra Señora de la Asunción (Apan) y San
Antonio (Singuilucan).
En la foranía de Chignahuapan: Basílica de la Inmaculada Concepción de
María (Chignahuapan).
En la foranía de Huauchinango: Santuario del Señor en su Santo Entierro
(Huauchinango).
En la foranía de Pahuatlán: templo de Santiago Apóstol (Pahuatlán).
En la foranía de Huayacocotla: San Pedro Apóstol (Huayacocotla), Señor
de Metepec y Santa María Magdalena (Metepec), San Agustín (Tenango de Doria).
En el día de la fiesta patronal de cada parroquia se podrá también ganar
la indulgencia.
Movimientos 2
Pastoral Penitenciaria
Por: Juan Diego Contreras García
Coordinador Pastoral
Penitenciaria Pachuca
Hace más de 20 años un matrimonio, Toñito y Emita iniciaron la pastoral en
el penal de Pachuca; en 1995 llegó el padre Marciano Reyes García al
Fraccionamiento El Palmar para formar una parroquia. Toñito y Emita le hicieron
la invitación para que visitara la penitenciaría, el padre aceptó y a partir de
ese momento inició su ministerio de capellán en la penitenciaria; durante 14 años
estuvieron viniendo pastoralistas de la Ciudad de México encabezados por “Chuchito”
a dar retiros al penal, el padre Marciano los acompañaba, junto con personas de
la parroquia pertenecientes al grupo de Cursillos de Cristiandad.
Hace aproximadamente 6 años, el padre decidió formar su propio grupo de Pastoral
Penitenciaria en Pachuca, a partir de ese momento se han realizado las
siguientes actividades en el penal:
Un mes antes de Semana Santa se comienzan con los ensayos para que en
ésta se hagan las actividades propias de la misma, iniciamos con la procesión
el Domingo de Ramos, el día jueves se realizan las representaciones de la
última cena y oración de huerto, el viernes la representación del juicio de Poncio
Pilatos y viacrucis viviente, culminando con la celebración el domingo de Resurrección.
Durante el año se prepara a los
internos para sacramentos de bautismo, primera comunión, confirmación y
matrimonio, también se da el sacramento del bautismo a los hijos de los
internos.
A finales de noviembre o principios de diciembre se lleva cabo el retiro humano espiritual mixto en la
capilla del área varonil, en el cual participan aproximadamente 100 internos y
tiene una duración de 4 días. Posteriormente, se inicia el novenario de la Virgen
de Guadalupe, el cual culmina con la misa el 12 de diciembre.
A partir del día 16 de diciembre se realizan las posadas partiendo de la
capilla hacia las galeras incluyendo el área femenil, donde se les dan
aguinaldos que nos proporcionan las parroquias en apoyo a nuestros hermanos que
están privados de su libertad, esto con la finalidad de crear un espíritu de
paz y armonía; a su vez poder evitar el famoso carcelazo (suicidios por no
tener visitas).
En enero se les da seguimiento a los que vivieron el retiro con lectio
divina o algunos otros temas; los días
miércoles el nuevo párroco Jorge Anaya, y el padre Emmanuel, celebran misa a
las 12:00 hrs. en la capilla del área varonil y ZP (Zona de Protección) y a las
13:00 hrs. en el área femenil; así como los domingos a las 10:00 hrs. en área
femenil por un ministro y a las 10:30 hrs. en el área varonil por el sacerdote.
El grupo está conformado por el sacerdote Jorge Anaya, que se integró a
la parroquia en el mes de agosto del año 2015, y el padre Emmanuel, quien se
integró días antes de su ordenación, dos hermanas religiosas y un grupo de 12
laicos.
Derivado de la encomienda que Dios nos ha dado en este penal es que
tenemos el grupo interno de Pastoral Penitenciaria de aproximadamente 15
integrantes. Ellos encabezan el trabajo del viacrucis y dan temas en el retiro.
Es lo que les puedo compartir de lo que con gusto y respeto realizamos
en el penal de Pachuca, su amigo en Cristo Juan Diego Contreras García,
coordinador del Grupo de Pachuca.
Movimientos 1
Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión
Por: Sem. Ulises Morales Gutierrez
Cuarto de Teología
Como sabemos,
los fieles cristianos desde los orígenes de la Iglesia, siempre han estado
presentes en la vida apostólica de la misma y en su modo de evangelizar y mucho
más, en su celebrar a Cristo. Pero a lo largo de la historia de nuestra amada
Iglesia, se interrumpió la actividad de los fieles cristianos no consagrados, principalmente
durante la edad media e inicios de la edad moderna, ya que se veía que el
servicio sólo lo tenían que ejercer todos los clérigos, esto se debió a que la
gente no sabía mucho de las cosas de Dios y esto hizo que la gente se
despreocupara por atender las cosas sagradas; cuando llegó el Concilio Vaticano
II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium que habla acerca de la
Liturgia, prescribía en particular el
dar la comunión a los fieles que participaban de la Eucaristía distribuida por
el sacerdote, algunos pastores consideraron indispensable recibir una ayuda
para esta función y desde 1966, la Sagrada Congregación para los Sacramentos
dirigió a los nuncios apostólicos una Instrucción que no estaba destinada a ser
pública. Dicha instrucción permitía a los obispos autorizar a algunos fieles
para distribuir la Sagrada Comunión en casos de necesidad.
Ahora bien,
este es un ministerio que de hecho se ejerce no en virtud de una “institución”
con carácter estable y permanente, sino en virtud de una “delegación” es decir
que es temporal. Este ministerio laical es establecido y conferido por la
Iglesia mediante una bendición especial, conforme al rito litúrgico previsto
para ello, por cierto muy similar al rito de la institución del lector o del
acólito, lo que puede prestarse a confusión, pero en este caso tienen sólo un
carácter temporal, es decir, que sólo es por un tiempo determinado.
Los ministros
extraordinarios desempeñan un servicio valioso para la Iglesia supliendo la
necesidad de escasez de sacerdotes y diáconos, y deberían ser aliento y llamada
de atención para la comunidad en el crecimiento de las vocaciones sacerdotales,
pero es importante reconocer que este servicio corresponde a una situación
extraordinaria en la vida de la comunidad.
Ahora bien,
este ministerio debe entenderse conforme a su nombre en sentido estricto. Este
es “Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión”, pero no ministro especial
de la sagrada Comunión, ni ministro especial de la Eucaristía (Cfr. Sacramento de la Redención, n.156).
La
designación de la persona idónea se hará teniendo presente el siguiente orden,
que puede ser cambiado, según el parecer del ordinario del lugar (obispo);
puede ser un lector, alumno del seminario mayor, religioso, religiosa, catequista,
fiel varón o mujer. Pero sí es importante que se tengan las siguientes
características:
-
Que esté confirmado.
-
Que tenga por lo menos 18 años
de edad.
-
Si es casado, que lo esté por
el sacramento de la Iglesia.
-
Que el individuo reciba de su
párroco la certificación de que está debidamente instruido y calificado.
Es
recomendable que el párroco seleccione cuidadosamente a las personas que
considere particularmente calificadas para servir como ministros
extraordinarios, y que no simplemente pidan voluntarios, pues se trata de un
llamado. El propósito es escoger a individuos cuya vida y moralidad católica
ejemplar se refleje en la Iglesia, que demuestren dignidad y den importancia a
la Sagrada Comunión.
Una de las
actividades que el ministro extraordinario de la Sagrada Comunión puede hacer
es también llevar la comunión a los enfermos, esto hace que su servicio sea
también externo del edificio de la Iglesia parroquial.
Pero sin
olvidar que realmente se puede llevar a cabo el ejercicio del ministerio como
una verdadera acción de la evangelización, ya que el ministro extraordinario al
ser figura pública tiene que tener un estilo de vida muy particular. Asi como
todo cristiano, deberá buscar la vida de santidad en primer lugar a través de
la confesión frecuente, la oración personal y comunitaria, especialmente ante
el Santísimo Sacramento, deberá ser asiduo al estudio, principalmente de la
Sagrada Escritura.
En nuestra arquidiócesis,
el ministerio de los ministros extraordinarios de la Comunión, está muy
reforzado principalmente por el ejercicio que han mantenido los sacerdotes por
tener a los fieles laicos cerca de la Eucaristía y un modo de hacerlo ha sido
dicho ministerio. Esto nos hace ser una diócesis muy bien organizada en cuanto
a dicho ministerio se refiere.
Este es uno
de los ministerios más frecuentes en el ejercicio de los fieles cristianos, a
lo que nos lleva decir que realmente se ha convertido en un verdadero y muy útil
servicio a la comunidad cristiana por parte de hombres y mujeres amantes de la
Sagrada Eucaristía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)