En busca de la FELICIDAD
Por: Sem. Jonathan Gayosso Manilla
Tercero de Filosofía
Tercero de Filosofía
Hoy en día, podemos hablar de una crisis antropológica, el hombre está perdiendo el sentido de su propia existencia; ahora se comenta de un extravío de sentido por la vida, de un abajamiento de la dignidad del hombre y donde el ser humano no logra la trascendencia, pues no hay una búsqueda por el ser absoluto. Heidegger nos dice claramente: «Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre»1.
A pesar de esto, el hombre aún tiene hambre y sed por la verdad, por el bien y el sentido definitivo del ser y del obrar, pues todavía surgen preguntas sobre el sentido de su propia vida; el problema es que han encontrado sus respuestas en falsos planteamientos subjetivos, mediocres e incluso supersticiosos.
Muchos de los males que lo afligen son resultado del pensamiento del autor alemán Nietzsche, quien los expresa sintéticamente con el término Nihilismo, al que describió con rasgos de profundidad en toda su filosofía.
El Nihilismo es la falta de la finalidad y de respuestas, es una desvalorización de los valores supremos2. Es una doctrina en la que los conceptos de todo lo que exise se niegan y se reducen a nada. Esta teoría ha llevado al hombre a tener una vida sin sentido: si vivo no gano nada y si muero se termina todo, entonces qué sentido tiene vivir; el hombre se queda con un enorme vacío que no se puede llenar. Nietzsche resumió la esencia del Nihilismo con la fórmula: Dios ha muerto3.
El Nihilismo conduce a la desvalorización y a la negación de los elementos como el primer principio, el fin último, el ser, el bien y la verdad.
El tema de la muerte del Señor es el acontecimiento más sobresaliente de nuestra época. Nietzsche, en su obra Así hablaba Zaratustra, afirma que Dios ha muerto y que el hombre lo ha matado4, esto es el reflejo de que el ser hace a un lado la existencia del absoluto, enalteciendo al hombre como una deidad; no es que el hombre moderno lo haya sacado de su vida, sino que él ha pasado a ser el nuevo dios.
Toda esta teoría nihilista de matar a Dios trae como consecuencia una vida sin cuidado moral, una trasformación parcial de los valores en la cual dará resultado a una vida sin restricciones, buscando sólo la satisfacción de sus propios placeres, sin importar las consecuencias que traiga todo esto; lo único importante será buscar su autorrealización, luchar por la perfección personal.
Esto desembocará en que el hombre sienta un gran vacío en su vida, y aunque trate de llenarlo con él mismo, siempre hará falta la presencia del Ser absoluto que rija sus pensamientos, gobierne sus actos y le dé plenitud a su vida.
Al hablar de la libertad, vemos una mutación de esta porque al verse ausente de Dios, la libertad se ve limitada al juicio personal. Según Nietzsche, para ser auténticamente libres hay que enfrentarse a Dios, matarlo y así lograr tener una voluntad de poder. Por lo tanto, la existencia del Señor es superflua, es una catarsis; solamente dejando de creer en Dios se logrará llegar a ser el súper hombre. Si el hombre saca definitivamente al Señor de su vida, toda esta será un abuso de pasiones, placer desenfrenado y un sentido disoluto de su propia dignidad. El hombre, dictando qué está bien y qué está mal, sin un juicio moral dictado por Dios, llegaría a un permisivismo total, trayendo como resultado que el súper hombre llegue a su voluntad de poder, una autoafirmación de sí mismo, dando como resultado una inquietud progresiva e incurable.
Para Sartre, la libertad es el valor más importante en la vida y el hombre debe confiar en sus poderes, incluso afirma: «el hombre está condenado a ser libre»5, porque el hombre es libertad pura. En su obra El Existencialismo es un humanismo, afirma la responsabilidad humana ante la toma de sus propias decisiones, pues la libertad es necesaria para la auténtica existencia humana6.
El hombre, por naturaleza, es un ser religioso y la religión es el camino para encontrar al Ser absoluto. Sólo encontrará el verdadero sentido a su vida al contemplar su propio ser; respetará la dignidad de la persona reconociendo su propio ser; dejará de ser esclavo de su propia libertad y verá su libertad como un camino a su propia plenitud, asimilando su ser; y al aceptar su ser podrá encontrar la felicidad plena, la contemplación de la Verdad absoluta, el ser supremo.
1MARTÍN HEIDEGGER, Ejercitación en el pensamiento Filosófico, Barcelona, Herder, 2011, p. 29. 2Cfr. GIOVANNI REALE, Terapia para los males del mundo contemporáneo, Barcelona, Herder, 2000, p. 23.
3F. NIETZSCHE, Así hablaba…, p. 255.
4F. NIETZSCHE, Así hablaba…, p. 255.
5Cfr. JEAN PAUL SARTRE, El Existencialismo, es un Humanismo, México, Éxodo, 2010, p. 11. 6Cfr. Ibídem p. 13.
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