ESCUELA DE LA CRUZ
Unidos con su sacerdote, corazón de la comunidad y guía de la misma, se abren a la sociedad incendiando en el amor a todos, buenos y malos.
Unidos con su sacerdote, corazón de la comunidad y guía de la misma, se abren a la sociedad incendiando en el amor a todos, buenos y malos.
Por: Sem. Gerardo F. Mimila Fragozo y Sem. Sergio O. Tenorio Aguilar
Para que todos sean uno» (Jn
17,21). El cuerpo humano está
constituido por diferentes partes que se encargan de una tarea
específica, pero en conjunto hacen
que se desempeñe adecuadamente. Es así el de la Iglesia, formado
por un gran número de grupos con
una actividad concreta que la enriquecen y ayudan en sus múltiples
labores para que se desempeñe óptimamente; la Escuela de la Cruz es
uno de ellos.
Creada por el padre religio-
soFranciscoJavierAsencioDáva-
los,enlaparroquiadeSanIsidrode
la Diócesis de Villahermosa, el 10
de enero de 1965. Fue constituida
por la autoridad eclesiástica como
Asociación Nacional de Fieles, en
1987; en pocos años llegó a los Estados Unidos de América y el 22 de
mayo de 1994 el Consejo Pontificio
para los Laicos decretó la erección
de la Escuela de la Cruz como asociación internacional de fieles de derecho pontificio. Desde ese momento se ha difundido a lo largo de
toda la República Mexicana y 2 países de Norteamérica, contando con
alrededor de 200 mil miembros laicos y cerca de 200 párrocos.
La Escuela de la Cruz
muestra una respuesta a la necesi-
dad que tiene la Iglesia de seglares
maduros, líderes comprometidos
en el anuncio del mensaje de sal-
vación, especialmente en el medio
más abandonado y pisoteado de México: los campesinos y obreros.
Por lo tanto, su objetivo es colaborar engendrando comunidades
de apóstoles que comuniquen el
espíritu de la cruz con su vida y el
testimonio, en primer lugar, al orden espiritual y, en segundo, al temporal, constituyendo sus miembros
(varones laicos, diáconos, presbíteros y obispos) una verdadera unidad que los impulse mutuamente
en su entrega a Cristo y a ser fermento, raíz y cimiento para que el
Espíritu Santo suscite apóstoles en
el Pueblo de Dios.
Los integrantes de la asociación (Cruzados) se comprometen a vivir en íntima unión con el
corazón crucificado de Jesucristo
Sacerdote-Víctima-Altar, a “ser
sacerdotes con sus sacerdotes” y
a sostener concretamente al propio párroco en el cumplimiento de
su ministerio, estructurándose en
pequeños núcleos de entre 5 y 9
personas una vez que hayan vivido
su experiencia de tres días en la escuela, con el objetivo de que todos
sean uno, unidos y movidos por la acción del Espíritu Santo.
Dicha comunidad recibe
el nombre de “Escuadrón”, cuyos
miembros deben estar unidos por
un interés común: “Vivir el amor
de Cristo al Padre y fermentar con ese amor su propio medio”;
ser movidos por un mismo ideal,
ser Cristo y juntos lanzarse a una
misma meta: la santidad común, la gloria del Padre, para ser perfectos
como el Padre celestial es perfecto
(Ef1, 4; Jn17, 23-24; Lumen Gentium,
número 39).
Unidos con su sacerdote,
corazón de la comunidad y guía de
la misma, se abren a la sociedad in-
cendiandoenelamoratodos,bue-
nos y malos.
Su trabajo radica en colaborar y ayudar al presbítero en las
diversas actividades de la parroquia, con un trabajo sincero, desinteresado, alegre, confiado, sencillo,
comprometido y consciente de que
él es cabeza y corazón de la comunidad. Los une la conciencia de ser
hijos de Dios, elegidos por Jesús
para participar en su misión, en la
ayuda mutua viviendo el Evangelio
y la espiritualidad de la cruz; es de-
cir la del amor, la cual Cristo mis-
mo nos ha enseñado.
En la Arquidiócesis de Tulancingo, la Escuela de la Cruz ha
sido considerada como una sociedad
degranimportanciaenlaformación
de nuevos apóstoles dispersos por
todas las zonas que la conforman:
rurales, urbanas y serranas.
Organizada por un equipo diocesano en los que destacamos los cargos de director espiritual a cargo del Pbro. Juan Aguilar
Vázquez, quien se encuentra en la
parroquia de“La Villita”en Tulancingo; de igual manera, tienen
presencia las comunidades de Tepeapulco y Apan en los demás
cargos: presidente, Marco Antonio
Muñoz Huerta; perseverancia; Ramón Martínez Pérez; selección y
pre-escuela, Blas Hernández Pérez;
escuelas y cursos, Alberto Sosa Alvarado; secretario, Daniel Gómez
Valencia; ecónomo, José Ma. Fernández Magaña.
Esta asociación se va difundiendo a una escala considera-
ble gracias a la acción del Espíritu
Santo que mantiene unidos a los
integrantes como miembros de una
familia, llevando el Evangelio en
su testimonio de vida, así con un
mismo ideal, una misma meta, un
mismo interés y movidos por un
solo espíritu, para que den gloria
al Padre, incendiando en el amor a
todos los hombres, buenos y malos, comprometiéndoles a cargar su
cruz tal y como nuestro Señor Jesu-
cristolohizoylohapedidoatodo
aquel que ha elegido seguirle: «El
que quiera venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt
16,24).
Los universitarios están urgidos de alternativas que los convoquen, conviertan y alberguen, ofreciéndoles un itinerario que les permita reconocer el sentido de sus vidas
Para comprender qué es la Pastoral Universitaria, conviene recordar cuál es la vocación de los laicos desde el punto de vista eclesial: «...A ellos, de manera especial, les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo...» (Catecismo de la Iglesia, 898).
PASTORAL UNIVERSITARIA.
Por: Dra. Lourdes Lavaniegos González
Para comprender qué es la Pastoral Universitaria, conviene recordar cuál es la vocación de los laicos desde el punto de vista eclesial: «...A ellos, de manera especial, les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo...» (Catecismo de la Iglesia, 898).
Sabemos que la intención de una pastoral específica es llegar a
las personas según sus particulares
necesidades y atributos; entonces,
puede afirmarse que la universitaria es la vertiente de la Iglesia que
procura acompañar a quienes se
preparan para salir al mundo como
profesionistas, de forma que puedan ordenar su quehacer personal y
profesional según Dios.
La tarea resulta particular- mente difícil en esta época llena de dudas, bombardeada por una vorá- gine de información y plagada de ofertas espirituales y pseudo-espiriuales que desacreditanante la mirada juvenil todo lo que tiene es olor a tradición.
La tarea resulta particular- mente difícil en esta época llena de dudas, bombardeada por una vorá- gine de información y plagada de ofertas espirituales y pseudo-espiriuales que desacreditanante la mirada juvenil todo lo que tiene es olor a tradición.
Los estudiantes conforman
usualmente una facción entusiasta
de la sociedad que los alberga, por
eso la Pastoral Universitaria debe
ser tenaz, porque en ella se encuentra la posibilidad de adherir a valio-
sos discípulos de Jesucristo.
Pero también, los jóvenes constituyen uno de los grupos que con sus críticas presagian lo que en el futuro permeará en la sociedad. Por ello, quienes se dedican a ani- marlos deben necesariamente ser personas congruentes y con gran capacidad de convocatoria. La in- congruencia es descubierta y evita- da por los alumnos desde el primer momento en que se asoma.
A partir de una encuesta realizada en el año 2000, en univer- sidades de inspiración cristiana lati- noamericanas, puede afirmarse que aún en los mejores casos el alcance de la Pastoral Universitaria no abar- ca más allá del 15% de los estudiantes matriculados.
Ni las casas de estudios mexicanas, ni los esfuerzos de nuestras diócesis escapan de esta realidad; pero lo dice el dicho: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Pero también, los jóvenes constituyen uno de los grupos que con sus críticas presagian lo que en el futuro permeará en la sociedad. Por ello, quienes se dedican a ani- marlos deben necesariamente ser personas congruentes y con gran capacidad de convocatoria. La in- congruencia es descubierta y evita- da por los alumnos desde el primer momento en que se asoma.
A partir de una encuesta realizada en el año 2000, en univer- sidades de inspiración cristiana lati- noamericanas, puede afirmarse que aún en los mejores casos el alcance de la Pastoral Universitaria no abar- ca más allá del 15% de los estudiantes matriculados.
Ni las casas de estudios mexicanas, ni los esfuerzos de nuestras diócesis escapan de esta realidad; pero lo dice el dicho: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Y nosotros, que no somos tontos, vamos descubriendo pistas para el
camino.
La Pastoral Universitaria en el mundo postmoderno necesita reunir varios elementos para ser eficaz:
• Anunciar la buena nueva. Pero no a gritos, ni mediante largos discursos, sino a partir de la experiencia del servicio a los demás, para que ha- biendo servido, no olviden el gozo de dar y de darse.
• Desarrollar la espiritualidad. Pero no obligando, sino invitando; para que sabiendo que la puerta permanece abierta, cuando ocurra “el llamado” crucen el umbral.
• Caminar en comunidad. Pero no como ejército, sino con sentido de amistad, para que reconociendo la fuerza de la unión sean capaces de convocar a otros y permane- cer unidos.
• Enseñar a vivir la fe. Pero no como ritual, sino ofrecién- dola como un estilo de vida, para que comprendiendo el sentido del amor cristiano, se comprometan con él.
• Reconocer el valor de los que tienen otras creencias. Pero no con un anuncio tími- do de lo nuestro, ni atacando a los demás, sino mediante el testimonio alegre de quienes reconocen que su vivencia católica es un camino continuo hacia la plenitud.
En el mundo postmoder- no, donde el vacío va penetrando en los corazones y la esperanza de una vida digna se ve degradada por lafaltadeempleosyeldesequili- brio económico, los universitarios están urgidos de alternativas que los convoquen, conviertan y alber- guen, ofreciéndoles un itinerario que les permita reconocer el senti- do de sus vidas. ¡Que puede haber mejor para esto que el anuncio del amor de Jesucristo que los llama personalmente y por su nombre!
Se necesita quién organice ygestionelapastoral,peronunca será suficiente con una persona o un equipo; las actividades valen poco si no se fundamentan en múltiples testimonios.
Hace unos años se tomó una postura en los centros educativos: en lugar de hablar de pastoral en las es- cuelas, mejor se dispuso ser escuelas enpastoral.Contodosloscatólicos de la comunidad siendo testigos de su fe, ¿podríamos pensar en “universida- des en pastoral”?
Sería una muy honrosa al- ternativa, pero no puede olvidarse el carácter específico de un cen- tro universitario en el que por su esencia caben y se cuestionan to- das las ideas; entonces no puede hacerse un acercamiento dogmáti- coymanipulador,sinoelformato muy propio del libre albedrío que el Evangelio de Mateo (19,21) nos muestra: «Si quieres... ven y sígueme».
La encíclica Lumen Fidei (28) dice: «Saboreando el amor con el que Dios lo ha elegido y lo ha engendrado como pueblo, Israel llega a comprender la unidad del designio divino, desde su origen hasta su cumplimiento».
Parafraseando este texto podríamos decir que la Pastoral Universitaria eficiente consiste en hacer que los estudiantes saboreen el amor con el que Dios los ha engendrado y elegido para que comprendan el designio divino. La pregunta es entonces: ¿lo saboreamos nosotros? Y, más allá: ¿seremos capaces de mostrarles cómo saborearlo?
La Pastoral Universitaria en el mundo postmoderno necesita reunir varios elementos para ser eficaz:
• Anunciar la buena nueva. Pero no a gritos, ni mediante largos discursos, sino a partir de la experiencia del servicio a los demás, para que ha- biendo servido, no olviden el gozo de dar y de darse.
• Desarrollar la espiritualidad. Pero no obligando, sino invitando; para que sabiendo que la puerta permanece abierta, cuando ocurra “el llamado” crucen el umbral.
• Caminar en comunidad. Pero no como ejército, sino con sentido de amistad, para que reconociendo la fuerza de la unión sean capaces de convocar a otros y permane- cer unidos.
• Enseñar a vivir la fe. Pero no como ritual, sino ofrecién- dola como un estilo de vida, para que comprendiendo el sentido del amor cristiano, se comprometan con él.
• Reconocer el valor de los que tienen otras creencias. Pero no con un anuncio tími- do de lo nuestro, ni atacando a los demás, sino mediante el testimonio alegre de quienes reconocen que su vivencia católica es un camino continuo hacia la plenitud.
En el mundo postmoder- no, donde el vacío va penetrando en los corazones y la esperanza de una vida digna se ve degradada por lafaltadeempleosyeldesequili- brio económico, los universitarios están urgidos de alternativas que los convoquen, conviertan y alber- guen, ofreciéndoles un itinerario que les permita reconocer el senti- do de sus vidas. ¡Que puede haber mejor para esto que el anuncio del amor de Jesucristo que los llama personalmente y por su nombre!
Se necesita quién organice ygestionelapastoral,peronunca será suficiente con una persona o un equipo; las actividades valen poco si no se fundamentan en múltiples testimonios.
Hace unos años se tomó una postura en los centros educativos: en lugar de hablar de pastoral en las es- cuelas, mejor se dispuso ser escuelas enpastoral.Contodosloscatólicos de la comunidad siendo testigos de su fe, ¿podríamos pensar en “universida- des en pastoral”?
Sería una muy honrosa al- ternativa, pero no puede olvidarse el carácter específico de un cen- tro universitario en el que por su esencia caben y se cuestionan to- das las ideas; entonces no puede hacerse un acercamiento dogmáti- coymanipulador,sinoelformato muy propio del libre albedrío que el Evangelio de Mateo (19,21) nos muestra: «Si quieres... ven y sígueme».
La encíclica Lumen Fidei (28) dice: «Saboreando el amor con el que Dios lo ha elegido y lo ha engendrado como pueblo, Israel llega a comprender la unidad del designio divino, desde su origen hasta su cumplimiento».
Parafraseando este texto podríamos decir que la Pastoral Universitaria eficiente consiste en hacer que los estudiantes saboreen el amor con el que Dios los ha engendrado y elegido para que comprendan el designio divino. La pregunta es entonces: ¿lo saboreamos nosotros? Y, más allá: ¿seremos capaces de mostrarles cómo saborearlo?
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