Por: Sem. Laureano De la Cruz Domínguez
Tercero de Filosofía
La cultura náhuatl fue una de las más enriquecedoras que pudo expresar y presentar su bagaje a la mentalidad de los europeos a su llegada.
Por su idioma y tiempo, rápidamente encontró contacto con el pensamiento extranjero. Se consideró como la lengua que predominaba en el área de los pueblos que habitaban en los diferentes lugares de Centroamérica, a pesar de que había culturas con mayor desarrollo como la Maya, Olmeca y Purépecha, entre otras.
Sus testimonios escritos que contenían sus tesoros fueron expresados en forma ideográfica; es decir, sus documentos mostraron los acontecimientos por medio de dibujos, como sucedió con el sistema jeroglífico de los egipcios.
La riqueza náhuatl se refleja en su pensamiento y en su cosmovisión; la encontramos en sus principales manifestaciones: los códices indígenas y los códices mixtos elaborados en su mayoría por los misioneros, los relatos narrados por testigos oculares de esta civilización, así como los problemas con su lenguaje metafórico que plasmaban la idea del hombre, del mundo y de Dios. También en las obras de arte que son imprescindibles para entender este pensamiento, sobre todo para conocer y reflexionar sobre las formas estéticas a las que llegaron principalmente por medio de la pintura y arquitectura.
Sin duda, la historia nos ayudará a entender más; sin embargo, es necesario dar a conocer ¿qué es una persona indígena? Es un ser puro que siente identificación por su cultura, que sabe apreciar las cosas que lo rodean con un conocimiento práctico, así como sus tradiciones y costumbres que ha tratado de conservar a lo largo de la historia.
Hoy en día se puede ver que existe una discriminación por la gente que habla algún dialecto o viste de manera tradicional, llevándolos a un retroceso y dejando de lado el poder conocer las grandes riquezas que cada pueblo ofrece.
Nuestra Diócesis de Tulancingo cuenta con cuatro distintas: Náhuatl, Otomí, Totonaca y Tepehua. Esta última tiene uno de sus asentamientos más importantes en Huehuetla, Hidalgo, donde la naturaleza y el hombre van de la mano.
La etnología de la Sierra Otomí-Tepehua contempla gran diversidad cultural, la cual incluye concepciones mágico-religiosas personalizadas en la naturaleza de los seres humanos. Asimismo, quienes han profundizado en esta, han descubierto grandes riquezas, ya que es considerada una de las más importantes de Mesoamérica.
En la historia de México es común que se conozcan a los diversos pueblos no como estos se autodenominan o autodenominaron, sino por el vocablo utilizado por civilizaciones más poderosas para referirse a ellos.
El término otomi desciende del náhuatl y significa “quien camina con flechas” o “flechador de pájaros”. Muchos afirman que dentro de la historia de México, ellos son los grandes olvidados, aunque poblaron grandes ciudades como Teotihuacan, Tula y Cuicuilco.
La expansión hacia el Oriente del país se inicia con un hecho muy señalado y que marcó el fin del periodo clásico: la caída de Teotihuacan. En esa época, como consecuencia de las grandes sequías que se produjeron en la región, muchos pueblos emigraron hacia la zona central de México y desplazaron a los otomíes, quienes se dirigieron hacia el Valle de Puebla, Tlaxcala y a la Sierra Madre Oriental, de los cuales tenemos presencia en San Pablito, Pahuatlán y Tenango de Doria, entre otros.
Con el paso del tiempo, dentro de este territorio nacieron estados muy importantes que se encontraron liderados por pueblos nahuas. Un ejemplo de ello es la ciudad de Tula, la cual estaba dominada por toltecas, pero su población se componía en un porcentaje muy importante por otomíes.
La cultura totonaca se localiza en la parte del estado de Veracruz, su población tuvo contacto con nativos del Valle de Puebla, actualmente encontrándose en Unión Zihuateutla y Tenanguito. De esta forma es como a grandes razgos se muestra una pequeña parte de la historia de las culturas que existen en nuestra Diócesis de Tulancingo, invitando a valorar y aprender de ellas.
Hoy en día se puede ver que existe una discriminación por la gente que habla algún dialecto o viste de manera tradicional, llevándolos a un retroceso y dejando de lado el poder conocer las grandes riquezas que cada pueblo ofrece.
Nuestra Diócesis de Tulancingo cuenta con cuatro distintas: Náhuatl, Otomí, Totonaca y Tepehua. Esta última tiene uno de sus asentamientos más importantes en Huehuetla, Hidalgo, donde la naturaleza y el hombre van de la mano.
La etnología de la Sierra Otomí-Tepehua contempla gran diversidad cultural, la cual incluye concepciones mágico-religiosas personalizadas en la naturaleza de los seres humanos. Asimismo, quienes han profundizado en esta, han descubierto grandes riquezas, ya que es considerada una de las más importantes de Mesoamérica.
En la historia de México es común que se conozcan a los diversos pueblos no como estos se autodenominan o autodenominaron, sino por el vocablo utilizado por civilizaciones más poderosas para referirse a ellos.
El término otomi desciende del náhuatl y significa “quien camina con flechas” o “flechador de pájaros”. Muchos afirman que dentro de la historia de México, ellos son los grandes olvidados, aunque poblaron grandes ciudades como Teotihuacan, Tula y Cuicuilco.
La expansión hacia el Oriente del país se inicia con un hecho muy señalado y que marcó el fin del periodo clásico: la caída de Teotihuacan. En esa época, como consecuencia de las grandes sequías que se produjeron en la región, muchos pueblos emigraron hacia la zona central de México y desplazaron a los otomíes, quienes se dirigieron hacia el Valle de Puebla, Tlaxcala y a la Sierra Madre Oriental, de los cuales tenemos presencia en San Pablito, Pahuatlán y Tenango de Doria, entre otros.
Con el paso del tiempo, dentro de este territorio nacieron estados muy importantes que se encontraron liderados por pueblos nahuas. Un ejemplo de ello es la ciudad de Tula, la cual estaba dominada por toltecas, pero su población se componía en un porcentaje muy importante por otomíes.
La cultura totonaca se localiza en la parte del estado de Veracruz, su población tuvo contacto con nativos del Valle de Puebla, actualmente encontrándose en Unión Zihuateutla y Tenanguito. De esta forma es como a grandes razgos se muestra una pequeña parte de la historia de las culturas que existen en nuestra Diócesis de Tulancingo, invitando a valorar y aprender de ellas.
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