Por: Sem. Ulises Morales Gutiérrez Tercero de Teología
Es viable hablar de un aspecto muy fundamental en la concepción cristiana y que pareciera incluso olvidada en el mundo actual. Me refiero a la familia.
Ya decía San Juan Pablo II: «Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante. Es un camino común, aunque particular, único e irrepetible, como irrepetible es todo hombre; un camino del cual no puede alejarse el ser humano».
Actualmente, podemos observar cómo la concepción de una familia es totalmente contraria a lo que el prototipo cristiano describiría, no por tanto quiere decir que esta tenga que acceder a lo que el mundo promueve y rechazar por completo lo que Cristo demanda. Por ello, es viable la pregunta: ¿cómo es la familia al estilo cristiano?
Si decimos que la primera comunidad de personas con la que el hombre tiene contacto es la familia, por consiguiente es la primera sociedad humana, la cual surge con el consentimiento de la alianza del matrimonio entre un hombre y una mujer (Gen 1,27-28).
Es en la familia, así constituida, donde se manifiesta una nueva unidad en la cual se realiza plenamente la relación de comunión de los padres con los hijos, y viceversa.
El hombre y la mujer en el matrimonio se unen entre sí tan estrechamente que vienen a ser «una sola carne» (Gen 2,24). La familia basa su solidez interior en la alianza entre los esposos que Cristo elevó a Sacramento. Por tanto, recibe su propia naturaleza comunitaria.
El matrimonio entraña una singular responsabilidad para el bien común: primero el de los esposos, después el de la familia. Este está representado por el hombre, por el valor de la persona y por todo lo que es la medida de su dignidad.
Un verdadero ejemplo de lo que quiero dar a conocer es la misma Sagrada Familia, una comunidad como cualquiera en la actualidad que tuvo sus dificultades y buenos momentos de paz y alegría. No es que sea un modelo sin pecado o perfecta, sino que destaca el proceso que vivieron para llegar a la santidad.
María y José fueron una pareja que quiso consolidar su unión conyugal delante de Dios, entregada en el amor por el otro y hacia el otro; su donación fue tan clara y buena que el Señor mismo ya les tenía una misión muy en particular, que era el cuidar de un Hijo; ello consiste en lo que sucede en cualquier otra familia, pero lo que hace especial a esta pequeña sociedad de Nazareth es que lo hicieron con libertad con el afán de que se convirtiera en un verdadero santuario de la vida.
Podemos referirnos a que María era una simple joven que quería la misma vida que cualquiera de su edad y de su época, y que si viviera en nuestros tiempos posiblemente la pasaríamos como una adolecente más. Sin embargo, supo encontrar el verdadero sentido y significado a lo que implica la responsabilidad de una familia, supo decir un “sí” a José en la unión de su matrimonio y, al mismo tiempo, sin descuidar su papel de esposa, decirle un “sí” de igual manera al Señor para ser «Madre del verdadero Dios por quien se vive».
Es importante saber que la Santísima Virgen es una madre ejemplar, pues protegió a su amado Hijo con toda su vida en una dedicación incansable; Ella es el modelo de una mamá que se encuentra dispuesta a dar el verdadero amor a su familia.
Por su parte, San José vivió con la Santísima Virgen en perfecta castidad como si fueran hermanos. Pero, al ser el verdadero esposo de María, es también padre de Jesucristo; aunque no según la carne, sino según la ley. Jesús no tuvo padre carnal. San José era heredero legal del Rey David. Por ser descendiente directo le correspondían los derechos reales. La familia real de él fue a esconderse a Nazareth, huyendo de Herodes, el usurpador del trono, que no era de raza judía, sino idumeo. Al ser Jesús hijo legal de José, era rey de Israel, no sólo espiritualmente, sino también legalmente. Providencialmente, el letrero que Pilatos puso en la cruz expresaba una realidad: «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos».
San José fue carpintero y modelo de trabajador. Por este motivo, la Iglesia lo ha nombrado patrono de todos los obreros. Murió entre Jesús y María, por eso también es el patrono de la Buena Muerte.
Por tanto, se dice que la Sagrada Familia es un modelo de unión perfecta, pues al referirnos a todo lo que realizaron María y José, se puede entender que lo que aprendió Jesús mientras vivía con ellos lo supo aprovechar y poner en práctica en su ministerio público; por tanto, si como familia se quiere vivir, a la Sagrada Familia tenemos que recurrir.
Un verdadero ejemplo de lo que quiero dar a conocer es la misma Sagrada Familia, una comunidad como cualquiera en la actualidad que tuvo sus dificultades y buenos momentos de paz y alegría. No es que sea un modelo sin pecado o perfecta, sino que destaca el proceso que vivieron para llegar a la santidad.
María y José fueron una pareja que quiso consolidar su unión conyugal delante de Dios, entregada en el amor por el otro y hacia el otro; su donación fue tan clara y buena que el Señor mismo ya les tenía una misión muy en particular, que era el cuidar de un Hijo; ello consiste en lo que sucede en cualquier otra familia, pero lo que hace especial a esta pequeña sociedad de Nazareth es que lo hicieron con libertad con el afán de que se convirtiera en un verdadero santuario de la vida.
Podemos referirnos a que María era una simple joven que quería la misma vida que cualquiera de su edad y de su época, y que si viviera en nuestros tiempos posiblemente la pasaríamos como una adolecente más. Sin embargo, supo encontrar el verdadero sentido y significado a lo que implica la responsabilidad de una familia, supo decir un “sí” a José en la unión de su matrimonio y, al mismo tiempo, sin descuidar su papel de esposa, decirle un “sí” de igual manera al Señor para ser «Madre del verdadero Dios por quien se vive».
Es importante saber que la Santísima Virgen es una madre ejemplar, pues protegió a su amado Hijo con toda su vida en una dedicación incansable; Ella es el modelo de una mamá que se encuentra dispuesta a dar el verdadero amor a su familia.
Por su parte, San José vivió con la Santísima Virgen en perfecta castidad como si fueran hermanos. Pero, al ser el verdadero esposo de María, es también padre de Jesucristo; aunque no según la carne, sino según la ley. Jesús no tuvo padre carnal. San José era heredero legal del Rey David. Por ser descendiente directo le correspondían los derechos reales. La familia real de él fue a esconderse a Nazareth, huyendo de Herodes, el usurpador del trono, que no era de raza judía, sino idumeo. Al ser Jesús hijo legal de José, era rey de Israel, no sólo espiritualmente, sino también legalmente. Providencialmente, el letrero que Pilatos puso en la cruz expresaba una realidad: «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos».
San José fue carpintero y modelo de trabajador. Por este motivo, la Iglesia lo ha nombrado patrono de todos los obreros. Murió entre Jesús y María, por eso también es el patrono de la Buena Muerte.
Por tanto, se dice que la Sagrada Familia es un modelo de unión perfecta, pues al referirnos a todo lo que realizaron María y José, se puede entender que lo que aprendió Jesús mientras vivía con ellos lo supo aprovechar y poner en práctica en su ministerio público; por tanto, si como familia se quiere vivir, a la Sagrada Familia tenemos que recurrir.
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