jueves, 18 de junio de 2015

Entrevista

“Es bello ser sacerdote”: Pbro. Marciano Reyes García 


Por: Sem. Víctor Manuel Salamanca Escareño 
Tercero de Filisofía

A manera de pregunta y respuesta, la revista Pescador decidió publicar esta entrevista realizada al padre Marciano Reyes García, un hombre de fe, sacerdote comprometido y modelo a seguir en la aceptación al llamado de Cristo. Su vocación y ministerio, por los senderos de Dios, lo llevan nuevamente al Pontificio Colegio Mexicano en Roma, pero ahora como director espiritual.
¿Cuál es su nombre completo? Julián Marciano Reyes García.
¿Edad? 54 años cumplidos.
¿Cuántos años lleva de ser sacerdote? 28 años (en julio cumplo 29).
¿Cómo está compuesta su familia? Papá: Norberto Reyes Meneses Mamá: M. Concepción García de Reyes Hermanos: J. Gualberto Reyes García Alejandro H. Reyes García + A. Irazema Reyes García
¿Como surgió su vocación al sacerdocio? “Por una mujer. Había una muchacha que me gustaba mucho, descubrí que asistía todos los domingos a Misa de 8 de la noche en la capilla de San José Obrero, en La Villita de Pachuca, por lo que empecé a asistir a esa celebración; abracé la fe, pero buscando llegar a abrazarla a ella”.
¿Cómo sintió el llamado de Dios? “Un domingo ella no asistió a Misa, y yo ya estaba allí, así que por primera vez escuché la homilía. El padre 
Isaías Cruz habló de la falta de vocaciones que había y de la necesidad de que algunos jóvenes se decidieran por el Seminario... al final de la celebración lo fui a buscar para preguntarle cómo le hacía para entrar”.
¿Cómo fue el proceso de su formación? Ingresé directamente al Seminario Mayor, donde cursé la Filosofía y la Teología.
¿Dónde se formó para ser sacerdote? Primero de Filosofía en el Seminario Interregional Mexicano (Tula, Hidalgo). Segundo y Tercero de Filosofía en el Seminario Regional de Hidalgo (Tula, Hidalgo). Año de Servicio en la parroquia de San Martín de Porres (Pachuca, Hidalgo). Primero a Cuarto de Teología en el Seminario Regional de Hidalgo (Tula, Hidalgo).
¿Por quién fue ordenado? Por S.E. Mons. Pedro Arandadíaz Muñoz, el 26 de julio de 1986, en La Villita de Pachuca.
¿Recuerda algún suceso que haya marcado su proceso formativo? Mis estudios de Licenciatura en Sagradas Escrituras en el Pontificio Instituto Bíblico en Roma, It. (1986-1989).
¿Qué cargos ha ocupado en la Arquidiócesis de Tulancingo? Formador en el Seminario Regional de Hidalgo de Tula (1989-1995). Fundador de la parroquia de San José Piracantos en Pachuca (1995-2015). Asesor Diocesano del Movimiento de Cursillos de Cristiandad (1997-2015). Capellán del Cereso de Pachuca y del Consejo Tutelar para Menores Infractores (1995-2015). Segundo capellán del Club de Futbol Pachuca (2003-2015). Coordinador de la Comisión del Clero (2005-2008). Vicario Episcopal de Pastoral (20082015). ¿En qué lugares ha prestado su servicio? Estudiante en Roma (1986-1989). Formador en Tula (1989-1995). Párroco en San José Piracantos de Pachuca (1995-2015).
Desde su punto de vista, ¿cómo siente a la feligresía que peregrina en Tulancingo? “Considero que dos acontecimientos han sido muy importantes para animar la vida de fe de la feligresía, a saber: la celebración del sesquicentenario de la diócesis y la puesta en marcha del Plan Arquidiocesano de Pastoral. Ambos han ayudado a despertar más la conciencia de los fieles que colaboran en nuestras parroquias acerca de su vocación de ser discípulos misioneros, responsables de formar una Iglesia viva, activa y caritativa”.
¿Momentos importantes que le han tocado vivir dentro de su ministerio? La Misión Pastoral de Tulancingo a las Islas Marías (1999). El nacimiento de la Comisión del Clero (2005). El cambio de arzobispo (2008). El ser nombrado vicario episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis (2008). El ser coordinador provincial de los Vicarios Episcopales de Pastoral (2009). El pertenecer al equipo base nacional de Vicarios Episcopales de Pastoral (2011). El ser coordinador nacional de los Vicarios Episcopales de Pastoral (2013). El Jubileo Diocesano. La elaboración del Plan Arquidiocesano de Pastoral.
¿Cuál fue su sentir al recibir la noticia de su llamado a Roma? “Emoción por lo que viene, temor por el reto que asumiré y tristeza por lo que tengo que dejar (mi familia, mi parroquia y mi ciudad)”. ¿Qué espera de esta nueva labor que le ha encomendado Dios? “De 1986 a 1989 estuve en el Colegio Mexicano como estudiante; ahora, casi treinta años después, regreso como director espiritual. Quiero ayudar, sobre todo a los sacerdotes jóvenes, a evitar que caigan en alguna de las cuatro tentaciones que se dan al estar por aquellas lejanas tierras: soberbia intelectualista, conveniencia materialista, tentación hedonista y evasión de turista”.
¿Cuál es su mensaje a toda la gente que lo considera unos de los sacerdotes más comprometidos de la arquidiócesis? “Me siento agradecido con el Señor por esta encomienda que he recibi
do, pero al mismo tiempo orgulloso de poder llegar al Pontificio Colegio Mexicano en Roma, sabiéndome un sacerdote de la Arquidiócesis de Tulancingo, a la que me siento muy orgulloso de pertenecer”. Palabras para todos los seminaristas y a aquellos jóvenes que han sentido el llamado al sacerdocio. “Es bello ser sacerdote, pero es más bello ser un buen sacerdote; al cabo de casi tres décadas de haberme consagrado en Cristo, agradezco al Señor el que me haya confiado inmerecidamente una tarea tan grande y sublime: ser en Cristo sacerdote, servidor de mis hermanos”. ¿Algún agradecimiento en especial? Agradezco a mi familia, mi primera escuela en la fe que me dio las bases para ser quien soy. Agradezco a mi seminario, por ayudarme a forjar en mí al sacerdote que soy. Agradezco a mis amigos y hermanos, Jorge David y Víctor Manuel, quienes me enseñaron el valor de la amistad, tanto en la cercanía, como en la distancia. Agradezco a Mons. Pedro Arandadíaz, por haberme conferido el sacerdocio en su segundo grado. Agradezco el ser parte del presbiterio de Tulancingo. Agradezco a mi entrañable parroquia de San José Piracantos, por todo lo que pudimos construir juntos; a todos mis colaboradores y amigos ¡gracias! Agradezco, muy en especial a Mons. Domingo Díaz Martínez, mi padre, amigo, confidente y guía, por todo lo que pudimos caminar juntos, y a quien extrañaré mucho. Me encomiendo a sus oraciones. ¡Que Dios los bendiga!

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