jueves, 18 de junio de 2015

Movimientos


ESCUELA DE LA CRUZ
Unidos con su sacerdote, corazón de la comunidad y guía de la misma, se abren a la sociedad incendiando en el amor a todos, buenos y malos.


Por: Sem. Gerardo F. Mimila Fragozo y Sem. Sergio O. Tenorio Aguilar



Para que todos sean uno» (Jn 17,21). El cuerpo humano está constituido por diferentes partes que se encargan de una tarea específica, pero en conjunto hacen que se desempeñe adecuadamente. Es así el de la Iglesia, formado por un gran número de grupos con una actividad concreta que la enriquecen y ayudan en sus múltiples labores para que se desempeñe óptimamente; la Escuela de la Cruz es uno de ellos.
Creada por el padre religio- soFranciscoJavierAsencioDáva- los,enlaparroquiadeSanIsidrode la Diócesis de Villahermosa, el 10 de enero de 1965. Fue constituida por la autoridad eclesiástica como Asociación Nacional de Fieles, en 1987; en pocos años llegó a los Estados Unidos de América y el 22 de mayo de 1994 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó la erección de la Escuela de la Cruz como asociación internacional de fieles de derecho pontificio. Desde ese momento se ha difundido a lo largo de toda la República Mexicana y 2 países de Norteamérica, contando con alrededor de 200 mil miembros laicos y cerca de 200 párrocos.
La Escuela de la Cruz muestra una respuesta a la necesi- dad que tiene la Iglesia de seglares maduros, líderes comprometidos en el anuncio del mensaje de sal- vación, especialmente en el medio más abandonado y pisoteado de México: los campesinos y obreros. Por lo tanto, su objetivo es colaborar engendrando comunidades de apóstoles que comuniquen el espíritu de la cruz con su vida y el testimonio, en primer lugar, al orden espiritual y, en segundo, al temporal, constituyendo sus miembros (varones laicos, diáconos, presbíteros y obispos) una verdadera unidad que los impulse mutuamente en su entrega a Cristo y a ser fermento, raíz y cimiento para que el Espíritu Santo suscite apóstoles en el Pueblo de Dios.
Los integrantes de la asociación (Cruzados) se comprometen a vivir en íntima unión con el corazón crucificado de Jesucristo Sacerdote-Víctima-Altar, a “ser sacerdotes con sus sacerdotes” y a sostener concretamente al propio párroco en el cumplimiento de su ministerio, estructurándose en pequeños núcleos de entre 5 y 9 personas una vez que hayan vivido su experiencia de tres días en la escuela, con el objetivo de que todos sean uno, unidos y movidos por la acción del Espíritu Santo.
Dicha comunidad recibe el nombre de “Escuadrón”, cuyos miembros deben estar unidos por un interés común: “Vivir el amor de Cristo al Padre y fermentar con ese amor su propio medio”; ser movidos por un mismo ideal, ser Cristo y juntos lanzarse a una misma meta: la santidad común, la gloria del Padre, para ser perfectos como el Padre celestial es perfecto (Ef1, 4; Jn17, 23-24; Lumen Gentium, número 39).
Unidos con su sacerdote, corazón de la comunidad y guía de la misma, se abren a la sociedad in- cendiandoenelamoratodos,bue- nos y malos.
Su trabajo radica en colaborar y ayudar al presbítero en las diversas actividades de la parroquia, con un trabajo sincero, desinteresado, alegre, confiado, sencillo, comprometido y consciente de que él es cabeza y corazón de la comunidad. Los une la conciencia de ser hijos de Dios, elegidos por Jesús para participar en su misión, en la ayuda mutua viviendo el Evangelio y la espiritualidad de la cruz; es de- cir la del amor, la cual Cristo mis- mo nos ha enseñado.
En la Arquidiócesis de Tulancingo, la Escuela de la Cruz ha sido considerada como una sociedad degranimportanciaenlaformación de nuevos apóstoles dispersos por todas las zonas que la conforman: rurales, urbanas y serranas.
Organizada por un equipo diocesano en los que destacamos los cargos de director espiritual a cargo del Pbro. Juan Aguilar Vázquez, quien se encuentra en la parroquia de“La Villita”en Tulancingo; de igual manera, tienen presencia las comunidades de Tepeapulco y Apan en los demás cargos: presidente, Marco Antonio Muñoz Huerta; perseverancia; Ramón Martínez Pérez; selección y pre-escuela, Blas Hernández Pérez; escuelas y cursos, Alberto Sosa Alvarado; secretario, Daniel Gómez Valencia; ecónomo, José Ma. Fernández Magaña.
Esta asociación se va difundiendo a una escala considera- ble gracias a la acción del Espíritu Santo que mantiene unidos a los integrantes como miembros de una familia, llevando el Evangelio en su testimonio de vida, así con un mismo ideal, una misma meta, un mismo interés y movidos por un solo espíritu, para que den gloria al Padre, incendiando en el amor a todos los hombres, buenos y malos, comprometiéndoles a cargar su cruz tal y como nuestro Señor Jesu- cristolohizoylohapedidoatodo aquel que ha elegido seguirle: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24).


PASTORAL UNIVERSITARIA.

Por: Dra. Lourdes Lavaniegos González 

Los universitarios están urgidos de alternativas que los convoquen, conviertan y alberguen, ofreciéndoles un itinerario que les permita reconocer el sentido de sus vidas

Para comprender qué es la Pastoral Universitaria, conviene recordar cuál es la vocación de los laicos desde el punto de vista eclesial: «...A ellos, de manera especial, les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo...» (Catecismo de la Iglesia, 898).
Sabemos que la intención de una pastoral específica es llegar a las personas según sus particulares necesidades y atributos; entonces, puede afirmarse que la universitaria es la vertiente de la Iglesia que procura acompañar a quienes se preparan para salir al mundo como profesionistas, de forma que puedan ordenar su quehacer personal y profesional según Dios.
La tarea resulta particular- mente difícil en esta época llena de dudas, bombardeada por una vorá- gine de información y plagada de ofertas espirituales y pseudo-espiriuales que desacreditanante la mirada juvenil todo lo que tiene es olor a tradición.
Los estudiantes conforman usualmente una facción entusiasta de la sociedad que los alberga, por eso la Pastoral Universitaria debe ser tenaz, porque en ella se encuentra la posibilidad de adherir a valio- sos discípulos de Jesucristo.
Pero también, los jóvenes constituyen uno de los grupos que con sus críticas presagian lo que en el futuro permeará en la sociedad. Por ello, quienes se dedican a ani- marlos deben necesariamente ser personas congruentes y con gran capacidad de convocatoria. La in- congruencia es descubierta y evita- da por los alumnos desde el primer momento en que se asoma.
A partir de una encuesta realizada en el año 2000, en univer- sidades de inspiración cristiana lati- noamericanas, puede afirmarse que aún en los mejores casos el alcance de la Pastoral Universitaria no abar- ca más allá del 15% de los estudiantes matriculados.
Ni las casas de estudios mexicanas, ni los esfuerzos de nuestras diócesis escapan de esta realidad; pero lo dice el dicho: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Y nosotros, que no somos tontos, vamos descubriendo pistas para el camino.
La Pastoral Universitaria en el mundo postmoderno necesita reunir varios elementos para ser eficaz:
Anunciar la buena nueva. Pero no a gritos, ni mediante largos discursos, sino a partir de la experiencia del servicio a los demás, para que ha- biendo servido, no olviden el gozo de dar y de darse.
Desarrollar la espiritualidad. Pero no obligando, sino invitando; para que sabiendo que la puerta permanece abierta, cuando ocurra “el llamado” crucen el umbral.
Caminar en comunidad. Pero no como ejército, sino con sentido de amistad, para que reconociendo la fuerza de la unión sean capaces de convocar a otros y permane- cer unidos.
Enseñar a vivir la fe. Pero no como ritual, sino ofrecién- dola como un estilo de vida, para que comprendiendo el sentido del amor cristiano, se comprometan con él.
Reconocer el valor de los que tienen otras creencias. Pero no con un anuncio tími- do de lo nuestro, ni atacando a los demás, sino mediante el testimonio alegre de quienes reconocen que su vivencia católica es un camino continuo hacia la plenitud. 
En el mundo postmoderno, donde el vacío va penetrando en los corazones y la esperanza de una vida digna se ve degradada por lafaltadeempleosyeldesequilibrio económico, los universitarios están urgidos de alternativas que los convoquen, conviertan y alberguen, ofreciéndoles un itinerario que les permita reconocer el sentido de sus vidas. ¡Que puede haber mejor para esto que el anuncio del amor de Jesucristo que los llama personalmente y por su nombre!
Se necesita quién organice ygestionelapastoral,peronunca será suficiente con una persona o un equipo; las actividades valen poco si no se fundamentan en múltiples testimonios.
Hace unos años se tomó una postura en los centros educativos: en lugar de hablar de pastoral en las escuelas, mejor se dispuso ser escuelas enpastoral.Contodosloscatólicos de la comunidad siendo testigos de su fe, ¿podríamos pensar en “universidades en pastoral”?
Sería una muy honrosa alternativa, pero no puede olvidarse el carácter específico de un centro universitario en el que por su esencia caben y se cuestionan todas las ideas; entonces no puede hacerse un acercamiento dogmáticoymanipulador,sinoelformato muy propio del libre albedrío que el Evangelio de Mateo (19,21) nos muestra: «Si quieres... ven y sígueme». 
La encíclica Lumen Fidei (28) dice: «Saboreando el amor con el que Dios lo ha elegido y lo ha engendrado como pueblo, Israel llega a comprender la unidad del designio divino, desde su origen hasta su cumplimiento». 
Parafraseando este texto podríamos decir que la Pastoral Universitaria eficiente consiste en hacer que los estudiantes saboreen el amor con el que Dios los ha engendrado y elegido para que comprendan el designio divino. La pregunta es entonces: ¿lo saboreamos nosotros? Y, más allá: ¿seremos capaces de mostrarles cómo saborearlo?

Pobres

«¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!»: papa Francisco


Por: Diac. Emmanuel Gómez Vera
Cuarto de teología 

Cuanta falta hacen en nuestro mundo, auténticos profetas que levanten la voz de denuncia frente a los opresores del orbe.


El Coneval ha detallado que la pobreza afecta al 68.6% de la población mexicana, lo que ha traído consigo fenómenos de exclusión, desigualdad, desempleo e indigencia 


La OMS ha declarado que mil 300 millones de pobres viven en el mundo, el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social) ha detallado que la pobreza afecta al 68.6% de la población mexicana, lo que ha traído consigo fenómenos de exclusión, desigualdad, desempleo e indigencia. Viviendo en esta situación, la persona no tiene acceso a los recursos básicos: alimentos, atención médica, educación, trabajo, vivienda y cultura, entre otros.
Es un hecho que siempre ha estado presente en el mundo, pero hoy en día la sociedad global en la que vivimos ha hecho que se manifieste de manera más dramática que en épocas anteriores. Por desgracia, la política aún no ha logrado cambiar la realidad que nuestro país atraviesa, su actitud corresponde muy poco a lo que expresa en anuncios.
Podemos decir que el verdadero problema no es el dinero por sí solo, pues este no va a crear el desarrollo aisladamente, lo verdaderamente importante es escuchar el grito de los pobres y el sufrimiento de los que “perdieron la dignidad” de llevar a casa el pan suave y dulce ante la falta de empleo. Si no escuchamos a los que sufren, estaremos siendo indiferentes, así nos convertimos en personas ciegas, sordas y mudas.
Debido a que las desigualdades han aumentado de manera abrumadora, hemos pasado a una situación en la que se ha manifestado la migración en un nivel nunca antes conocido. Por ello, el papa Francisco nos ha predicado en diversas ocasiones sobre la fraternidad entre
las religiones como medio para abolir la injusticia y desigualdad, pues Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Señor de todas las naciones, es ecuménico y es el mismo para todos; no es exclusivo de los cristianos, de los judíos y de los musulmanes, solamente.
La inspiración de Francisco nos permite mencionar a un obispo que ha interpretado auténticamente la cuestión de la indigencia. Nos referimos al próximo beato Oscar Arnulfo Romero, quien nos dejó un claro ejemplo del hombre que vive la pobreza simplemente decidiendo caminar con los pobres, invitando a vivir la opción preferencial por ellos. En particular, trabajando a favor de los campesinos sin derechos, levantando la voz contra los que, sin consideraciones y presunción, eran causa de opresión y explotación. Decía: «La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación».
Su testamento espiritual podríamos resumirlo con las mismas palabras que Jesucristo nos enseñó: «Amar a Dios sobre todas las cosas y amarnos unos a otros como Cristo nos amó, hasta el punto de dar la vida por nuestros hermanos». Así, la comunidad cristiana tendrá que tener predilección a favor de aquellos que fueron despojados de sus derechos.
Cuanta falta hacen en nuestro mundo auténticos profetas que levanten la voz de denuncia frente a los opresores del orbe, luchando contra el régimen cruel que degrada la dignidad de tantos hombres que viven en pobreza espiritual y material.

 “Lo verdaderamente importante es escuchar el grito de los pobres y el sufrimiento de los que ‘perdieron la dignidad’ de llevar a casa el pan suave y dulce ante la falta de empleo”

Tesis de Filosofía

CLONACIÓN HUMANA 

Por:  Hna. Martha Aguilar Vargas
artemisaav_23@outlook.com

Nadie puede manipular a otra persona o someterle a algún tipo de esclavitud, sólo porque fue concebida de modo no natural; se estarían atropellando sus derechos.

Introducción

 A través de la historia han surgido grandes avances técnicos y científicos. La sorpresa y alegría de muchos al enterarnos de los descubrimientos de la medicina, deja a otros queriendo saber lo que sucede alrededor de estas investigaciones. 
¿Qué hay de grave en torno a la clonación? El tema tiene su interés en que la misma humanidad puede estar siendo objeto de aberrantes injusticias, sin control, las cuales muchos podrían ver inexistentes o muy lejanas.

Clonación humana 

La clonación humana se refiere a la obtención de un nuevo ser idéntico a otro, mediante una técnica de reproducción asexual. Existen dos tipos: la reproductiva, que tiene por cometido la obtención de un ser humano a partir de una célula proveniente de un adulto con toda la carga genética de éste, sea hombre o mujer. Y la terapéutica, que tiene como meta generar un embrión al cual se deja desarrollar hasta la etapa de blastocisto y se toman células de su masa interna para obtener las estaminales, de las cuales se obtienen tejidos e incluso se pueden lograr órganos de reemplazo para ayudar a personas con enfermedades degenerativas. 
En 1997 se dio la noticia de la obtención de la oveja Dolly, realizada por Ian Wilmut; la emoción y el interés de muchos se hizo visible mediante este logro. Esto abrió la puerta a que iniciaran las investigaciones con humanos, pero, ¿por qué surge la controversia y el espanto ante lo que podría ser benéfico? En primer lugar, la ciencia debe aceptar que la persona no sólo es de naturaleza biológica, esto nos llevaría a un reduccionismo y determinismo; hablar del ser humano implica mucho más de la realidad que podemos palpar. 

Implicaciones metafísicas, antropológicas y éticas

Con la clonación humana se obtendría una persona, independientemente de dónde se tome determinada célula y qué se haga con ella, si se le extraiga el núcleo y si se le implante en otra. Hablamos de seres racionales que cuentan con un grado superior al de los animales; es un espíritu encarnado por tener un alma espiritual. Además, son nuevos individuos, no la prolongación del ser de uno ya existente; son individuales. 
Los clones no son creación del hombre, puesto que la materia ya existe, sólo se manipulan células; por ello se dice que son seres producidos en un laboratorio, no procreados. Nadie puede dar el ser a otro, sólo el Ser Subsistente (Dios), debido al alma espiritual. 
El clon humano tendría su propia carga genética, idéntica al que proporcionó la información. Al obtener este tipo de embrión, aún en su etapa de blastocisto, este ya es un nuevo ser, no es un cúmulo de células; se trata de un humano en acto que ya existe y no que está en potencia de ser. Por este proceso pasa todo ser humano, sólo que en ellos se detiene su desarrollo. En la ciencia médica muchos afirman  que no son personas, porque sólo contemplan sus intereses.  
La persona es persona desde su concepción natural, cuando los gametos masculino y femenino se unen; así, aunque en laboratorio se fusionen las células, se obtendrá una nueva llamada embrión clon en etapa de cigoto y no se puede decir que hasta la semana 14 sea persona, porque entonces, antes… ¿qué fue? 
Dice la biología que el embrión humano, desde su etapa unicelular, es un individuo, no hay saltos cualitativos; es decir, no cambia la sustancia. La aprobación o no en la clonación en alguno de sus modos dependerá de la idea que se tenga del ser humano, ya que el valor de la persona no radica en cómo fue obtenido, ni en su edad, condición social y raza, sino en que es un fin en sí mismo y no un medio. Toda persona tiene dignidad, la cual radica en su racionalidad y espiritualidad; tiene individualidad, libertad y derechos como todos. 
Esto nos indica que en ningún momento el clon humano puede ser utilizado para reemplazar órganos dañados o tejidos, provocando su muerte para salvar a otras personas enfermas. Tampoco nadie  puede manipular a otra persona o someterle a algún tipo de esclavitud, sólo porque fue concebida de modo no natural. Se estarían atropellando sus derechos.
 La mayoría de las personas no saben que en el caso de Dolly se utilizaron 277 óvulos, esto habla que con el ser humano la extracción de estas células en la mujer sería un modo de manipulación que dañaría su persona gravemente. Además, muchos querrán hijos sin el compromiso de una pareja y las uniones del mismo sexo pretenderían hacer uso de esta técnica. Muchos codiciarían clonar humanos con dotes excepcionales, pero sin saber las consecuencias psíquicas. 
Lo que podemos argumentar es que mientras el embrión clon producido en laboratorio pertenezca a la especie humana es persona, aunque sea destruido o manipulado. En fin, hay mucha polémica en torno al tema y más preguntas. 
Pero no todo es negativo, existen también científicos que están utilizando otros métodos para obtener células, como el Dr. Shinya Yamanaka, siendo esto una gran esperanza para los enfermos sin utilizar la clonación.

Entrevista

“Es bello ser sacerdote”: Pbro. Marciano Reyes García 


Por: Sem. Víctor Manuel Salamanca Escareño 
Tercero de Filisofía

A manera de pregunta y respuesta, la revista Pescador decidió publicar esta entrevista realizada al padre Marciano Reyes García, un hombre de fe, sacerdote comprometido y modelo a seguir en la aceptación al llamado de Cristo. Su vocación y ministerio, por los senderos de Dios, lo llevan nuevamente al Pontificio Colegio Mexicano en Roma, pero ahora como director espiritual.
¿Cuál es su nombre completo? Julián Marciano Reyes García.
¿Edad? 54 años cumplidos.
¿Cuántos años lleva de ser sacerdote? 28 años (en julio cumplo 29).
¿Cómo está compuesta su familia? Papá: Norberto Reyes Meneses Mamá: M. Concepción García de Reyes Hermanos: J. Gualberto Reyes García Alejandro H. Reyes García + A. Irazema Reyes García
¿Como surgió su vocación al sacerdocio? “Por una mujer. Había una muchacha que me gustaba mucho, descubrí que asistía todos los domingos a Misa de 8 de la noche en la capilla de San José Obrero, en La Villita de Pachuca, por lo que empecé a asistir a esa celebración; abracé la fe, pero buscando llegar a abrazarla a ella”.
¿Cómo sintió el llamado de Dios? “Un domingo ella no asistió a Misa, y yo ya estaba allí, así que por primera vez escuché la homilía. El padre 
Isaías Cruz habló de la falta de vocaciones que había y de la necesidad de que algunos jóvenes se decidieran por el Seminario... al final de la celebración lo fui a buscar para preguntarle cómo le hacía para entrar”.
¿Cómo fue el proceso de su formación? Ingresé directamente al Seminario Mayor, donde cursé la Filosofía y la Teología.
¿Dónde se formó para ser sacerdote? Primero de Filosofía en el Seminario Interregional Mexicano (Tula, Hidalgo). Segundo y Tercero de Filosofía en el Seminario Regional de Hidalgo (Tula, Hidalgo). Año de Servicio en la parroquia de San Martín de Porres (Pachuca, Hidalgo). Primero a Cuarto de Teología en el Seminario Regional de Hidalgo (Tula, Hidalgo).
¿Por quién fue ordenado? Por S.E. Mons. Pedro Arandadíaz Muñoz, el 26 de julio de 1986, en La Villita de Pachuca.
¿Recuerda algún suceso que haya marcado su proceso formativo? Mis estudios de Licenciatura en Sagradas Escrituras en el Pontificio Instituto Bíblico en Roma, It. (1986-1989).
¿Qué cargos ha ocupado en la Arquidiócesis de Tulancingo? Formador en el Seminario Regional de Hidalgo de Tula (1989-1995). Fundador de la parroquia de San José Piracantos en Pachuca (1995-2015). Asesor Diocesano del Movimiento de Cursillos de Cristiandad (1997-2015). Capellán del Cereso de Pachuca y del Consejo Tutelar para Menores Infractores (1995-2015). Segundo capellán del Club de Futbol Pachuca (2003-2015). Coordinador de la Comisión del Clero (2005-2008). Vicario Episcopal de Pastoral (20082015). ¿En qué lugares ha prestado su servicio? Estudiante en Roma (1986-1989). Formador en Tula (1989-1995). Párroco en San José Piracantos de Pachuca (1995-2015).
Desde su punto de vista, ¿cómo siente a la feligresía que peregrina en Tulancingo? “Considero que dos acontecimientos han sido muy importantes para animar la vida de fe de la feligresía, a saber: la celebración del sesquicentenario de la diócesis y la puesta en marcha del Plan Arquidiocesano de Pastoral. Ambos han ayudado a despertar más la conciencia de los fieles que colaboran en nuestras parroquias acerca de su vocación de ser discípulos misioneros, responsables de formar una Iglesia viva, activa y caritativa”.
¿Momentos importantes que le han tocado vivir dentro de su ministerio? La Misión Pastoral de Tulancingo a las Islas Marías (1999). El nacimiento de la Comisión del Clero (2005). El cambio de arzobispo (2008). El ser nombrado vicario episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis (2008). El ser coordinador provincial de los Vicarios Episcopales de Pastoral (2009). El pertenecer al equipo base nacional de Vicarios Episcopales de Pastoral (2011). El ser coordinador nacional de los Vicarios Episcopales de Pastoral (2013). El Jubileo Diocesano. La elaboración del Plan Arquidiocesano de Pastoral.
¿Cuál fue su sentir al recibir la noticia de su llamado a Roma? “Emoción por lo que viene, temor por el reto que asumiré y tristeza por lo que tengo que dejar (mi familia, mi parroquia y mi ciudad)”. ¿Qué espera de esta nueva labor que le ha encomendado Dios? “De 1986 a 1989 estuve en el Colegio Mexicano como estudiante; ahora, casi treinta años después, regreso como director espiritual. Quiero ayudar, sobre todo a los sacerdotes jóvenes, a evitar que caigan en alguna de las cuatro tentaciones que se dan al estar por aquellas lejanas tierras: soberbia intelectualista, conveniencia materialista, tentación hedonista y evasión de turista”.
¿Cuál es su mensaje a toda la gente que lo considera unos de los sacerdotes más comprometidos de la arquidiócesis? “Me siento agradecido con el Señor por esta encomienda que he recibi
do, pero al mismo tiempo orgulloso de poder llegar al Pontificio Colegio Mexicano en Roma, sabiéndome un sacerdote de la Arquidiócesis de Tulancingo, a la que me siento muy orgulloso de pertenecer”. Palabras para todos los seminaristas y a aquellos jóvenes que han sentido el llamado al sacerdocio. “Es bello ser sacerdote, pero es más bello ser un buen sacerdote; al cabo de casi tres décadas de haberme consagrado en Cristo, agradezco al Señor el que me haya confiado inmerecidamente una tarea tan grande y sublime: ser en Cristo sacerdote, servidor de mis hermanos”. ¿Algún agradecimiento en especial? Agradezco a mi familia, mi primera escuela en la fe que me dio las bases para ser quien soy. Agradezco a mi seminario, por ayudarme a forjar en mí al sacerdote que soy. Agradezco a mis amigos y hermanos, Jorge David y Víctor Manuel, quienes me enseñaron el valor de la amistad, tanto en la cercanía, como en la distancia. Agradezco a Mons. Pedro Arandadíaz, por haberme conferido el sacerdocio en su segundo grado. Agradezco el ser parte del presbiterio de Tulancingo. Agradezco a mi entrañable parroquia de San José Piracantos, por todo lo que pudimos construir juntos; a todos mis colaboradores y amigos ¡gracias! Agradezco, muy en especial a Mons. Domingo Díaz Martínez, mi padre, amigo, confidente y guía, por todo lo que pudimos caminar juntos, y a quien extrañaré mucho. Me encomiendo a sus oraciones. ¡Que Dios los bendiga!

Catequesis

La misión del catequista en el siglo XXI 

Por:  Sem. Edwin García Alvarado 
 Segundo de Filosofía 

«Prefiero mil veces una Iglesia accidentada y no una Iglesia enferma»; «un catequista que se atreva a correr el riesgo de salir y no un catequista que estudie, sepa todo, pero que se quede encerrado».

Ser y quehacer del catequista 

El mandato del Señor es claro: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Por esto mismo, la Iglesia, a lo largo de los siglos, se ha preocupado por transmitir el mensaje de Cristo, y no solo eso, también custodiarlo. Ha hecho extensivo este mandato, de tal modo que como madre ha confiado y seguirá confiando a sus hijos la misión de instruir y hacer la presentación del Evangelio de un modo cercano y vivencial; de ahí la utilización del término «catequesis», que tiene su origen en vocablos griegos que significan instruir.
Es por ello que el mismo ser del catequista dentro de la Iglesia surge de la iniciativa divina, de querer poner en nuestras manos la misma palabra, de tal modo que sea eco de lo pronunciado por Dios. Nuestra voz es extensión de lo divino, de manera que transmitir la Buena Noticia tiene también un carácter humano. El Señor ha querido hacernos partícipes de su obra redentora.
Por todo lo anterior, la invitación de Jesús es a colaborar llevando su mensaje, pues es una verdadera vocación y un verdadero llamado; de ahí que la naturaleza de la catequesis es el servicio a la palabra, que es superior a nuestras fuerzas humanas, razón por la cual se debe considerar como un don de Dios, pero también como un esfuerzo. Por su naturaleza misma, la vocación del catequista se perfila y entiende partiendo de la comunidad cristiana y no cristiana, de llevar al que desconoce el mensaje de salvación a la integración en el pueblo santo del Señor.
Del ser se desprende su quehacer y de su concepción su acción, pues su misma naturaleza le da un sentido de fecundidad y vitalidad; la instrucción no queda en meros conceptos y nociones doctrinales, sino que la finalidad de la catequesis es tratar de proporcionar la comunión con Jesucristo.
Su tarea dentro de la Iglesia es de modo activa, implica salir de sí para ir al otro y compartir la alegría de la salvación dada por Jesucristo y confiada a la Iglesia, de tal modo que el mensaje sea inclusivo. El catequista, dentro de su obrar, debe recordar constantemente que no es un llamado para sí, sino que su labor es fundamental, y que a lo largo de los siglos se ha ido experimentando: el ministerio de la catequesis ha mantenido en muchos lugares y por mucho tiempo viva la fe.
Es de importancia puntualizar que de su ser brota su quehacer y no de su quehacer su ser, es decir, quien educa en la fe debe conducir «al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el testimonio sin tener miedo de salir de los propios esquemas para seguir a Dios, porque Dios va siempre más allá», ha dicho el papa. 
 El sumo pontífice ha dado las pautas y exhortado a los catequistas de la Iglesia Universal con las siguientes palabras: «Lo primero es estar con el Maestro, escucharle, aprender de Él. Y esto vale siempre, es un camino que dura toda la vida». El segundo elemento es el siguiente: «Caminar desde Cristo significa imitarle en el salir de sí e ir al encuentro del otro. Esta es una experiencia hermosa y un poco paradójica. ¿Por qué? Porque quien pone a Cristo en el centro de su vida, se descentra. Cuanto más te unes a Jesús y Él se convierte en el centro de tu vida, tanto más te hace Él salir de ti mismo, te descentra y te abre a los demás». Finalmente, el tercer elemento «va siempre en esta línea: caminar desde Cristo significa no tener miedo de ir con Él a las periferias».
Por esto mismo, en su ministerio dentro de la Iglesia «llevamos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime es el poder de Dios y no de nosotros» ( 2Cor 4,7); y lo importante es que ese tesoro nos viene directamente del Señor para ejercerlo con y para la Iglesia, pues en este recorrido de fe no caminamos solos, sino que muchos hermanos nuestros nos van acompañando con su oración y otros tantos esperan en lo íntimo de su corazón quién les pueda anunciar su palabra y llevarlos a Él.
Es también importante recordar el modelo de catequista que Francisco quiere para nuestras comunidades: «Si un cristiano sale a la calle a las periferias, puede sucederle lo que a cualquiera que va por la calle: un percance... Pero les digo una cosa: prefiero mil veces una Iglesia accidentada y no una Iglesia enferma»; «un catequista que se atreva a correr el riesgo de salir y no un catequista que estudie, sepa todo, pero que se quede encerrado».
Hermano: ¡No tengas miedo de responder al Señor Jesús! Te necesita para llevar su amor y llevar palabras de consuelo. «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

Jóvenes

MADRES, TEMPLOS DE DIOS

Por:  Sem. Josafat Lozada González
 Tercero de Teología



“Hablando de ella, al ofenderla, odiarla, tenerle rencores, expresarle vulgaridades y agresiones, debe quedarnos claro que ese templo no será derrumbado”


En la vida, tal vez muchos experimentamos el amor de una madre: el más puro, sincero y sin intermediarios, pero hoy en día son un gran porcentaje las situaciones contrarias.
En las relaciones, a una edad infantil es normal ser dependientes y buscadores de la protección más grande que existe en el mundo, la seguridad de una madre; es cierto que vamos creciendo y haciéndonos independientes al grado de que en la juventud nos creemos totalmente sabios de la vida ocasionando que las palabras de nuestro guardaespaldas de la infancia ya no pasen a ser “necesarias”, sino ahora sean nuestras sirvientas, estorbos e intrusas de nuestras vidas. Casi siempre buscamos una “verdadera libertad” de poder ser, vestir, hablar y hacer lo que queramos, pero en la realidad, a ocultas de nuestros amigos, siempre buscamos la ayuda, refugio y consuelo de nuestra primera protectora: mamá.
El término madre tiene muchos significados en nuestro mundo, especialmente en México, donde ha pasado a ser utilizado en doble sentido en diferentes expresiones de nuestro lenguaje, haciendo que se pierda el valor y el significado real. Una madre ficticia, perfecta, sumisa y callada es la que hoy algunos jóvenes quisieran tener más que a la real, de alma y cuerpo.
 La persona por la que nos desesperamos, a la que festejamos, por la que pedimos en oración, la que consuela en los mejores y peores momentos; la protectora, la guardaespaldas, la buscadora de bienes a pesar de la mala paga; la que no anhela retribución y la que es la más mal pagada por el trabajo que realiza, ella es la persona a la que hoy pareciera no importarnos, pero es esencial en la vida del hombre. Hoy en día, una madre de sabios consejos que derrama lágrimas, que sufre, que se esfuerza por los hijos, consoladora en los momentos difíciles y protectora e imagen de la madre de Dios, parece ya no existir. 
Me pregunto: ¿realmente sabemos qué es una madre? Muchas veces tratamos de llamarla como: ¡Mi madrecita! ¡Mi señora! ¡Mi madre! ¡Mi mamá! Pero ciertamente hoy es distinta esa concepción, pues las llegamos a nombrar: ¡Jefa! ¡Amiga! ¡Mi má! O el nombre de la persona o un apodo; pero no tenemos el valor, el amor y sobre todo la experiencia para decirle: ¡mamá!
¿Sabes por qué? La respuesta es muy fácil, porque en la mujer Dios no sólo puso lo necesario para que diera vida, sino porque es en ella que día a día enseña a los jóvenes que una madre es templo sagrado de su presencia, y siendo así encontramos el corazón del Señor que muchas veces es mal usado, maltratado, ignorado, despreciado, ofendido y derrumbado; cuando debería de ser al contrario, es decir que tendría que ser un templo limpio, sin desgaste, un lugar puro donde sirva para el encuentro con nuestro Padre. ¿Sabes algo más? Una madre, siendo la comparación con un templo, debería ser venerada, respetada y llenada constantemente de amor, pero al no hacerlo, es víctima de atentados, ofensas y desprecios.
Hablando de ella, al ofenderla, odiarla, tenerle rencores, expresarle vulgaridades y agresiones, debe quedarnos claro que ese templo no será derrumbado. ¿Sabes por qué? Porque en ellas abunda la gracia, porque son procreadoras de la vida y corredentoras de los hijos a los que muchas veces pagamos fatalmente.
Por lo tanto, siempre la bendición de una madre será semejante a la bendición de Dios.


Indígenas

PRESENCIA DE CULTURAS EN LA DIÓCESIS

Por: Sem. Laureano De la Cruz Domínguez 
Tercero de Filosofía 


La cultura náhuatl fue una de las más enriquecedoras que pudo expresar y presentar su bagaje a la mentalidad de los europeos a su llegada.
Por su idioma y tiempo, rápidamente encontró contacto con el pensamiento extranjero. Se consideró como la lengua que predominaba en el área de los pueblos que habitaban en los diferentes lugares de Centroamérica, a pesar de que había culturas con mayor desarrollo como la Maya, Olmeca y Purépecha, entre otras.
Sus testimonios escritos que contenían sus tesoros fueron expresados en forma ideográfica; es decir, sus documentos mostraron los acontecimientos por medio de dibujos, como sucedió con el sistema jeroglífico de los egipcios.
La riqueza náhuatl se refleja en su pensamiento y en su cosmovisión; la encontramos en sus principales manifestaciones: los códices indígenas y los códices mixtos elaborados en su mayoría por los misioneros, los relatos narrados por testigos oculares de esta civilización, así como los problemas con su lenguaje metafórico que plasmaban la idea del hombre, del mundo y de Dios. También en las obras de arte que son imprescindibles para entender este pensamiento, sobre todo para conocer y reflexionar sobre las formas estéticas a las que llegaron principalmente por medio de la pintura y arquitectura.
Sin duda, la historia nos ayudará a entender más; sin embargo, es necesario dar a conocer ¿qué es una persona indígena? Es un ser puro que siente identificación por su cultura, que sabe apreciar las cosas que lo rodean con un conocimiento práctico, así como sus tradiciones y costumbres que ha tratado de conservar a lo largo de la historia.
Hoy en día se puede ver que existe una discriminación por la gente que habla algún dialecto o viste de manera tradicional, llevándolos a un retroceso y dejando de lado el poder conocer las grandes riquezas que cada pueblo ofrece.
Nuestra Diócesis de Tulancingo cuenta con cuatro distintas: Náhuatl, Otomí, Totonaca y Tepehua. Esta última tiene uno de sus asentamientos más importantes en Huehuetla, Hidalgo, donde la naturaleza y el hombre van de la mano.
La etnología de la Sierra Otomí-Tepehua contempla gran diversidad cultural, la cual incluye concepciones mágico-religiosas personalizadas en la naturaleza de los seres humanos. Asimismo, quienes han profundizado en esta, han descubierto grandes riquezas, ya que es considerada una de las más importantes de Mesoamérica.
En la historia de México es común que se conozcan a los diversos pueblos no como estos se autodenominan o autodenominaron, sino por el vocablo utilizado por civilizaciones más poderosas para referirse a ellos.
El término otomi desciende del náhuatl y significa “quien camina con flechas” o “flechador de pájaros”. Muchos afirman que dentro de la historia de México, ellos son los grandes olvidados, aunque poblaron grandes ciudades como Teotihuacan, Tula y Cuicuilco.
La expansión hacia el Oriente del país se inicia con un hecho muy señalado y que marcó el fin del periodo clásico: la caída de Teotihuacan. En esa época, como consecuencia de las grandes sequías que se produjeron en la región, muchos pueblos emigraron hacia la zona central de México y desplazaron a los otomíes, quienes se dirigieron hacia el Valle de Puebla, Tlaxcala y a la Sierra Madre Oriental, de los cuales tenemos presencia en San Pablito, Pahuatlán y Tenango de Doria, entre otros.
Con el paso del tiempo, dentro de este territorio nacieron estados muy importantes que se encontraron liderados por pueblos nahuas. Un ejemplo de ello es la ciudad de Tula, la cual estaba dominada por toltecas, pero su población se componía en un porcentaje muy importante por otomíes.
La cultura totonaca se localiza en la parte del estado de Veracruz, su población tuvo contacto con nativos del Valle de Puebla, actualmente encontrándose en Unión Zihuateutla y Tenanguito. De esta forma es como a grandes razgos se muestra una pequeña parte de la historia de las culturas que existen en nuestra Diócesis de Tulancingo, invitando a valorar y aprender de ellas.

Familia

La Sagrada Familia como modelo

Por: Sem. Ulises Morales Gutiérrez Tercero de Teología


Es viable hablar de un aspecto muy fundamental en la concepción cristiana y que pareciera incluso olvidada en el mundo actual. Me refiero a la familia.
Ya decía San Juan Pablo II: «Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante. Es un camino común, aunque particular, único e irrepetible, como irrepetible es todo hombre; un camino del cual no puede alejarse el ser humano».
Actualmente, podemos observar cómo la concepción de una familia es totalmente contraria a lo que el prototipo cristiano describiría, no por tanto quiere decir que esta tenga que acceder a lo que el mundo promueve y rechazar por completo lo que Cristo demanda. Por ello, es viable la pregunta: ¿cómo es la familia al estilo cristiano?
Si decimos que la primera comunidad de personas con la que el hombre tiene contacto es la familia, por consiguiente es la primera sociedad humana, la cual surge con el consentimiento de la alianza del matrimonio entre un hombre y una mujer (Gen 1,27-28).
Es en la familia, así constituida, donde se manifiesta una nueva unidad en la cual se realiza plenamente la relación de comunión de los padres con los hijos, y viceversa.
El hombre y la mujer en el matrimonio se unen entre sí tan estrechamente que vienen a ser «una sola carne» (Gen 2,24). La familia basa su solidez interior en la alianza entre los esposos que Cristo elevó a Sacramento. Por tanto, recibe su propia naturaleza comunitaria.
 El matrimonio entraña una singular responsabilidad para el bien común: primero el de los esposos, después el de la familia. Este está representado por el hombre, por el valor de la persona y por todo lo que es la medida de su dignidad.
Un verdadero ejemplo de lo que quiero dar a conocer es la misma Sagrada Familia, una comunidad como cualquiera en la actualidad que tuvo sus dificultades y buenos momentos de paz y alegría. No es que sea un modelo sin pecado o perfecta, sino que destaca el proceso que vivieron para llegar a la santidad.
María y José fueron una pareja que quiso consolidar su unión conyugal delante de Dios, entregada en el amor por el otro y hacia el otro; su donación fue tan clara y buena que el Señor mismo ya les tenía una misión muy en particular, que era el cuidar de un Hijo; ello consiste en lo que sucede en cualquier otra familia, pero lo que hace especial a esta pequeña sociedad de Nazareth es que lo hicieron con libertad con el afán de que se convirtiera en un verdadero santuario de la vida.
Podemos referirnos a que María era una simple joven que quería la misma vida que cualquiera de su edad y de su época, y que si viviera en nuestros tiempos posiblemente la pasaríamos como una adolecente más. Sin embargo, supo encontrar el verdadero sentido y significado a lo que implica la responsabilidad de una familia, supo decir un “sí” a José en la unión de su matrimonio y, al mismo tiempo, sin descuidar su papel de esposa, decirle un “sí” de igual manera al Señor para ser «Madre del verdadero Dios por quien se vive».
Es importante saber que la Santísima Virgen es una madre ejemplar, pues protegió a su amado Hijo con toda su vida en una dedicación incansable; Ella es el modelo de una mamá que se encuentra dispuesta a dar el verdadero amor a su familia.
Por su parte, San José vivió con la Santísima Virgen en perfecta castidad como si fueran hermanos. Pero, al ser el verdadero esposo de María, es también padre de Jesucristo; aunque no según la carne, sino según la ley. Jesús no tuvo padre carnal. San José era heredero legal del Rey David. Por ser descendiente directo le correspondían los derechos reales. La familia real de él fue a esconderse a Nazareth, huyendo de Herodes, el usurpador del trono, que no era de raza judía, sino idumeo. Al ser Jesús hijo legal de José, era rey de Israel, no sólo espiritualmente, sino también legalmente. Providencialmente, el letrero que Pilatos puso en la cruz expresaba una realidad: «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos».
San José fue carpintero y modelo de trabajador. Por este motivo, la Iglesia lo ha nombrado patrono de todos los obreros. Murió entre Jesús y María, por eso también es el patrono de la Buena Muerte.
Por tanto, se dice que la Sagrada Familia es un modelo de unión perfecta, pues al referirnos a todo lo que realizaron María y José, se puede entender que lo que aprendió Jesús mientras vivía con ellos lo supo aprovechar y poner en práctica en su ministerio público; por tanto, si como familia se quiere vivir, a la Sagrada Familia tenemos que recurrir.




Tesis de Filosofía

En busca de la FELICIDAD

Por: Sem. Jonathan Gayosso Manilla
Tercero de Filosofía


Hoy en día, podemos hablar de una crisis antropológica, el hombre está perdiendo el sentido de su propia existencia; ahora se comenta de un extravío de sentido por la vida, de un abajamiento de la dignidad del hombre y donde el ser humano no logra la trascendencia, pues no hay una búsqueda por el ser absoluto. Heidegger nos dice claramente: «Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre»1.
A pesar de esto, el hombre aún tiene hambre y sed por la verdad, por el bien y el sentido definitivo del ser y del obrar, pues todavía surgen preguntas sobre el sentido de su propia vida; el problema es que han encontrado sus respuestas en falsos planteamientos subjetivos, mediocres e incluso supersticiosos.
Muchos de los males que lo afligen son resultado del pensamiento del autor alemán Nietzsche, quien los expresa sintéticamente con el término Nihilismo, al que describió con rasgos de profundidad en toda su filosofía.
El Nihilismo es la falta de la finalidad y de respuestas, es una desvalorización de los valores supremos2. Es una doctrina en la que los conceptos de todo lo que exise se niegan y se reducen a nada. Esta teoría ha llevado al hombre a tener una vida sin sentido: si vivo no gano nada y si muero se termina todo, entonces qué sentido tiene vivir; el hombre se queda con un enorme vacío que no se puede llenar. Nietzsche resumió la esencia del Nihilismo con la fórmula: Dios ha muerto3.
El Nihilismo conduce a la desvalorización y a la negación de los elementos como el primer principio, el fin último, el ser, el bien y la verdad.
El tema de la muerte del Señor es el acontecimiento más sobresaliente de nuestra época. Nietzsche, en su obra Así hablaba Zaratustra, afirma que Dios ha muerto y que el hombre lo ha matado4, esto es el reflejo de que el ser hace a un lado la existencia del absoluto, enalteciendo al hombre como una deidad; no es que el hombre moderno lo haya sacado de su vida, sino que él ha pasado a ser el nuevo dios.
Toda esta teoría nihilista de matar a Dios trae como consecuencia una vida sin cuidado moral, una trasformación parcial de los valores en la cual dará resultado a una vida sin restricciones, buscando sólo la satisfacción de sus propios placeres, sin importar las consecuencias que traiga todo esto; lo único importante será buscar su autorrealización, luchar por la perfección personal.
Esto desembocará en que el hombre sienta un gran vacío en su vida, y aunque trate de llenarlo con él mismo, siempre hará falta la presencia del Ser absoluto que rija sus pensamientos, gobierne sus actos y le dé plenitud a su vida.
Al hablar de la libertad, vemos una mutación de esta porque al verse ausente de Dios, la libertad se ve limitada al juicio personal. Según Nietzsche, para ser auténticamente libres hay que enfrentarse a Dios, matarlo y así lograr tener una voluntad de poder. Por lo tanto, la existencia del Señor es superflua, es una catarsis; solamente dejando de creer en Dios se logrará llegar a ser el súper hombre. Si el hombre saca definitivamente al Señor de su vida, toda esta será un abuso de pasiones, placer desenfrenado y un sentido disoluto de su propia dignidad. El hombre, dictando qué está bien y qué está mal, sin un juicio moral dictado por Dios, llegaría a un permisivismo total, trayendo como resultado que el súper hombre llegue a su voluntad de poder, una autoafirmación de sí mismo, dando como resultado una inquietud progresiva e incurable.
Para Sartre, la libertad es el valor más importante en la vida y el hombre debe confiar en sus poderes, incluso afirma: «el hombre está condenado a ser libre»5, porque el hombre es libertad pura. En su obra El Existencialismo es un humanismo, afirma la responsabilidad humana ante la toma de sus propias decisiones, pues la libertad es necesaria para la auténtica existencia humana6.
El hombre, por naturaleza, es un ser religioso y la religión es el camino para encontrar al Ser absoluto. Sólo encontrará el verdadero sentido a su vida al contemplar su propio ser; respetará la dignidad de la persona reconociendo su propio ser; dejará de ser esclavo de su propia libertad y verá su libertad como un camino a su propia plenitud, asimilando su ser; y al aceptar su ser podrá encontrar la felicidad plena, la contemplación de la Verdad absoluta, el ser supremo.

1MARTÍN HEIDEGGER, Ejercitación en el pensamiento Filosófico, Barcelona, Herder, 2011, p. 29. 2Cfr. GIOVANNI REALE, Terapia para los males del mundo contemporáneo, Barcelona, Herder, 2000, p. 23. 
3F. NIETZSCHE, Así hablaba…, p. 255. 
4F. NIETZSCHE, Así hablaba…, p. 255. 
5Cfr. JEAN PAUL SARTRE, El Existencialismo, es un Humanismo, México, Éxodo, 2010, p. 11. 6Cfr. Ibídem p. 13.

Voz del Rector


Nuestra madre, la Iglesia


Esta expresión la conocemos todos y es muy significativa. El papa San Juan XXIII la utilizó para iniciar una importante Encíclica de su magisterio: «Madre y Maestra de todos los pueblos, la Iglesia universal fue fundada por Jesucristo a fin de que todos, a lo largo de los siglos, entrando en su seno y bajo su abrazo, encontraran plenitud de más alta vida y garantía de salvación» (Juan XXIII, Mater et Magistra, 1).
En el 10 de mayo, espontáneamente, volvemos nuestra mirada y nuestro corazón de las madres terrenas a nuestra madre del cielo, la Virgen María, y esto es cierto. Sin embargo, también es muy importante que podamos considerar a la Iglesia como nuestra madre. Por eso, ahora quiero detenerme en este aspecto.
Ha recibido de Cristo, su fundador y su esposo, la misión de engendrar hijos y educarlos y conducirlos. Por eso, con justa razón es llamada madre. Nos engendra en la fe y para la vida cristiana; nos alimenta con la Palabra de Dios y los sacramentos; ora en todo momento por cada uno de sus hijos, sea cual sea la circunstancia en que se encuentran: niños, jóvenes, familias, ancianos, enfermos, desvalidos, marginados, pobres, pecadores y difuntos.
Como verdadera madre se preocupa de nuestra educación, nos presenta a su esposo Jesucristo como Salvador y Señor; nos hace conocerlo cada vez más mediante la catequesis y los diferentes niveles de su enseñanza; orienta nuestros pasos a lo largo de toda nuestra vida con el gran ejemplo de santidad de sus mejores hijos; nos corrige con amor cuando nos equivocamos y nos desviamos de la verdad y del bien; nos ofrece tiempos especiales para ser intercesora y mediadora de la Misericordia Divina.
Es por ello que en este mes de mayo conviene agradecerle a Dios que, junto al don de nuestra madre terrena y de nuestra madre celestial, nos ha dado el hermoso don de nuestra madre la Iglesia. Honrémosla con nuestro amor, nuestra gratitud y nuestro servicio. Seamos fieles a ella y llenémosla dealegría al ver que cada uno de nosotros, sus hijos, nos esforzamos por vivir en la unidad en la santidad tal como ella es santa,en la universalidad y en el servicio misionero: «Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica».